ESCUCHÉ con interés lo que comentaba alguien como Pérez Reverte, al que se le podrá acusar a veces de sus excesos verbales, pero que dice verdades como puños y casi siempre con extrema lucidez. Comentaba Reverte que entre los políticos actuales solo encontraba uno con un cierto interés, Pedro Sánchez, de quien reconocía que no tenía escrúpulos, que mentía sin ningún complejo. Quizás le faltó añadir que aplica la misma máxima que en su día popularizó Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. Coincido con él en que el panorama de políticos y especialmente de dirigentes resulta desolador, pero discrepo en incluir solo a Sánchez en el capítulo dedicado a los interesantes.

Hoy en día, la política, los políticos, son aplicados seguidores de la técnica que denominan fake news, o sea, en castellano paladino, mentir sin ningún pudor y cambiar de criterio de la misma manera.

La última experiencia la hemos tenido con la solemne declaración del líder de Ciudadanos, Albert Ribera, señalando a su manera, probablemente acuciado por las últimas encuestas, que levanta el veto a Pedro Sánchez.

La respuesta de este mirando igualmente las mismas encuestas y sabiendo que esta vez la suma no les va a dar, ha sido contundente, señalándole que ahora solo quiere su abstención; que, por cierto, tampoco le va a valer para nada si no consigue al mismo tiempo la del PP. Y ese va a ser un hueso más duro de roer.

Sánchez, por su parte, practica esta superflua política del péndulo al más puro estilo Marx (Groucho, claro) y aquellos a quienes hace poco consideraba socios únicos y preferentes, o sea, Unidas Podemos, los trata hoy con desprecio y sin apenas sonrojarse. Por cierto, al hilo de este comentario, resulta cuando menos sorprendente el aspecto hierático de nuestros líderes actuales, no cambian ni siquiera un pequeño pliegue de su cara, mucho menos su rictus estudiado durante horas ante el espejo, digan blanco o negro, sea algo triste o gracioso. Utilizando un símil que viene mucho a cuento, es como si tuvieran su cara esculpida en piedra.

Por su parte, Pablo Iglesias a veces da la sensación que no se sabe muy bien si va o viene, quizás aturdido por los últimos acontecimientos. El revolcón que se llevó durante las últimas negociaciones, sumado a la aparición en la escena estatal de su examigo Iñigo Errejón, le han dejado sin capacidad de respuesta y a veces en las últimas entrevistas se le nota ese balbuceo de quien se ha dado cuenta de que tuvo una oportunidad de oro y la dejó escapar sin saber muy bien si se volverá a repetir.

Mientras tanto, Casado espera pacientemente sentado a la puerta de Génova ver los cadáveres de sus enemigos pasar. Los únicos sobresaltos que alteran su placidez vienen de sus propias filas, desde Cayetana Álvarez de Toledo, pasando por Isabel Díaz Ayuso. El último ha sido Mariano Rajoy, quien imbuido del espíritu Felipe González se ha descolgado señalando que el futuro pasa por copiar la gran coalición alemana.

Parece una vez más que los poderes fácticos se han dado cuenta del batacazo previsto de Ciudadanos y ante la llegada, parece que ahora sí, de una nueva crisis económica esa sería su apuesta fundamental, el entendimiento contra natura PSOE-PP.

¿Traicionará Pedro Sánchez sus principios y a la base social socialista que le encumbró? Pues, a la vista de todo lo anterior, no sería descartable. Y, claro, lo haría sin despeinarse, teorizando que el futuro de España (España, España y más España) con el peligro de la recesión, del Brexit y de la situación explosiva en Catalunya tras la sentencia del procés así lo aconsejan. Todo sea por España; hasta la traición.

Este es el terrible panorama que nos va a tocar sufrir, al menos a quienes aún creemos en los principios, en la verdad y la ideología y seguimos leyendo a los clásicos. Las encuestas que van saliendo en los últimos días ya avanzan que la situación entre bloques (ya se sabe? derecha e izquierda) va a cambiar poco el 10-N y que todo va a depender de si el 11-N Pedro Sánchez se levanta con el ropaje de quien ganó las segundas primarias o las primeras.

Reconozco el lógico pesimismo, aunque aún quede un leve poso de esperanza. En la política actual, con los políticos actuales todo es posible, hasta la Grosse koalition que a las gentes de izquierdas debe abrirnos las carnes. Lamentablemente, vivimos malos tiempos para la lírica, como decía el sabio, malos tiempos para la altura de miras, para las posiciones educadas e inteligentes. Ya no existen sabios, al menos en política.

Vivimos una escasez preocupante de estadistas, especie actualmente en vías de extinción y así la representación de la soberanía popular está en manos de gañanes impregnados de incultura. Con minúsculas excepciones como Iceta, Urkullu, Junqueras o Domenech, estos dos últimos lamentablemente fuera de escena.

¿Dónde quedan aquellos tiempos en los que teníamos a Tierno, Camacho, Suárez, Carrillo, Herrero de Miñón, Roca, Peces Barba, González, Solé Tura, Curiel, incluso el mismo Fraga y otros muchos? Se nos fue aquella época de riqueza ideológica, en la que lo blanco era blanco y lo negro, negro; probablemente para no volver porque los que vienen detrás tampoco apuntan buenas maneras. Los jovenes que llegan a la política más parece que vienen a buscarse un buen puesto de trabajo que a hacer lo que deben, como si los principios y las ideas fuesen cosas del pasado. Decepcionante... * Exparlamentario y concejal del PSN-PSOE