IMAGÍNENLO: el próximo día 26 de mayo todo el mundo tiene que ir obligatoriamente a votar. Por ley. Bajo amenaza de sanción. Mientras por aquí el personal cuestiona incluso que se le pueda exigir estar en una mesa electoral si le toca en el sorteo, en cinco países europeos -por hablar solo de nuestro entorno- votar es obligatorio. Es un debate apasionante entre la libertad -no siempre bien entendida- y el deber ciudadano llevado a sus últimas consecuencias. El voto nos hace responsables de sus consecuencias. Y no votar nos hace irresponsables. Como el rey.