POR si alguien no se había dado cuenta, estamos en campaña. Asistimos a una situación que recuerda a aquella “guerra civil intelectual” que asoló Francia en la década de los 1939: “Antes Hitler que Blum (el presidente socialista galo)”. “Antes Abascal que Sánchez”, braman ahora. Por si fuera poco, el centro, salvo en Euzkadi (y con matices, en Cataluña), ha desaparecido. Las “tres derechas” son una y se parece mucho a aquella Alianza Popular (como se llamaba entonces el PP) fundada, todavía en dictadura, por seis ministros de Franco -Cruz, Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodó, Gonzalo Fernández de la Mora, Licinio de la Fuente y Manuel Fraga- y el presidente de los combatientes franquistas (Hermandad Nacional de Combatientes), Enrique Thomas de Carranza. Han desaparecido las diferencias aparentes más allá del ego de cada uno y la vanidad de sus líderes.

La reacción (declaraciones) del PP vasco (Alonso) ante el fallecimiento de Xabier Arzalluz fue del peor estilo. ¡Todo un sucesor de los siete magníficos! Es cierto que no todos fueron iguales: Francisco Álvarez-Cascos, hoy presidente de Foro Asturias, estuvo en la capilla ardiente. El artículo de José Antonio Zarzalejos Nieto sobre el mismo tema, amén de tópicos e inexactitudes (y alguna falsedad: resulta sorprendente que siga dando credibilidad a Herri Batasuna), fue vomitivo. Encima lo escribe el hijo de José Antonio Zarzalejos Altares, director de Seguridad adjunto en los días de la matanza de Vitoria (3 de marzo de 1976) y sobrino de Ignacio Zarzalejos Altares, comisario general de Orden público desde 1974, alguien que huye como de la peste de la biografía negra de su progenitor, sin olvidar la del tío Ignacio. Pero, claro, este es el tono de la campaña.

A todo esto, hay que sumar las más que preocupantes órdenes del líder de la derecha: no completar el Estatuto de Gernika, poner a la Ertzaintza a las órdenes de la Guardia Civil y cosas de ese pelo en la línea de Florencio Martínez, aquel Martínez el Facha que aparecía en El Jueves de los albores de la Transición. Es curioso asistir a la peregrinación desde el PSOE hasta las opciones más a la derecha, esa casa de los Martínez: desde que iniciara el camino el ínclito García Damborenea, han seguido la ruta Edurne Uriarte, Rosa Díez, Maite Pagazaurtundua? El caso más reciente de Soraya Rodríguez produce revoltura. Con tanto exsocialista en la derecha, los derechistas de tanto pedigrí y valía como Iturgaitz se ven forzados a abandonar la política.

La campaña del PSOE tiene también su miga. Idoia Mendia reclama para su partido el casi monopolio de la defensa/desarrollo autonómico. Siempre se olvida que los socialistas son los principales responsables (desde 1981) del bloqueo en el pleno desarrollo del Estatuto de Gernika y de la Disposición Adicional Primera de la Constitución. A ver qué hace con las competencias estatutarias que su partido debe transferir antes de mayo. Las concesiones del último minuto en la Diputación Permanente siguen siendo migajas. Que nadie se llama a engaño. Por un lado, si no necesitase al PNV, el bloqueo seguiría. Por otro lado, si la Moncloa dependiese de la recentralización, a recentralizar sin escrúpulos.

Por primera vez en décadas quienes se enfrentan son enemigos: las dos Españas machadianas frente a frente (“Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”). No se trata tanto de explicar tu programa y que el elector decida sino de evitar como sea que gobierne el enemigo. No se equivocaba Nietzche cuando escribía: “Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos”. Así, el Papa dice que viajará a España cuando “haya paz”. Alguien le ha dicho que no la hay.

Votar hoy a las derechas o al PSOE o a Podemos en las comunidades vascas representa un paso atrás en el autogobierno porque están en otra guerra. Nunca mejor dicho. Bildu se ha hipotecado a ERC. Cataluña es prioridad, aunque haya que laminar a los vascos. Como ocurrió con el recurso de la tarifa eléctrica por parte de Puigdemont. Por otro lado, en la votación de los decretos de Pedro Sánchez, los de Arnaldo Otegi se olvidaron del autogobierno vasco. En fin?

Quizá por ello y por primera vez desde hace cuarenta años, el PNV debe tratar de llegar a los siete diputados a Cortes, lo que puede conseguirse si en Bizkaia se supera el 42% de los sufragios. Algo que puede conseguirse. Incluso en Gipuzkoa podría conseguirse un diputado más si se superase el 37%.

Mientras tanto, seguiremos en esta campaña fratricida que nos regalan las derechas y las izquierdas. ¡Señor! ¡Vaya campañita...! Y todavía no ha comenzado.