El PP se vuelve euroescéptico
La reacción enrabietada tras el revés judicial en Alemania a la causa contra el procès sitúa al PP en discursos propios de las derechas euroescépticas que cuestionan la libre circulación en el espacio Schengen
EL proyecto de Unión Europea vive momentos de acoso por parte de ultranacionalistas y euroescépticos en varios países miembros y esa corriente parece haber llegado al Estado empujada por las circunstancias políticas coyunturales y muy particulares que vive la derecha española. La enrabietada reacción de voces autorizadas del Partido Popular tras la decisión del tribunal alemán de rechazar el delito de rebelión en la solicitud de entrega de Carles Puigdemont ha llegado al nivel del sinsentido. Cuando Esteban González Pons, vicepresidente del PP en el Parlamento Europeo reclamaba que el Gobierno español suspendiera la aplicación del espacio Schengen abría la puerta a una irresponsable lógica de cuestionamiento de la libre circulación de bienes y personas, uno de los principales logros y vías de cohesión entre los socios de la Unión Europea. Si, como sugieren algunas voces, ese discurso es también el del candidato Pablo Casado, ya no estamos hablando de una mera pataleta sin representatividad sino del más puro ejemplo de populismo al estilo del que se les critica a los principales líderes euroescépticos de la derecha ultranacionalista europea. El PP está inmerso en una campaña por la presidencia del partido en la que aparentemente se están rompiendo muchas líneas de cortesía interna y de responsabilidad política de Estado. Ese mensaje de cuestionamiento del espacio Schengen no es más que un modo infantil de vengarse de una decisión judicial que pone en evidencia su propia percepción equivocada de la situación en Catalunya -donde ni la justicia belga ni la alemana acaban de ver sostenible el argumento de la rebelión que ha sustentado el encarcelamiento de los líderes independentistas catalanes-. Su debilidad argumental en un asunto de naturaleza interna, como se ha apresurado a mantener sistemáticamente para no darle dimensión europea, le lleva ahora a sumarse al cuestionamiento de la propia esencia del modelo de cooperación europea. La responsabilidad mínima exigible en un partido que aspira a volver a gobernar pasa por no someter a su conveniencia cortoplacista políticas de estado y compromisos asumidos que han permitido en el pasado y el presente afianzar el modelo económico por el que el propio PP ha apostado. No se puede someter al infantilismo de una pataleta.