Con el comienzo del nuevo año y pasadas las celebraciones navideñas llega el momento de plantearse esos retos que tenemos por delante en estos 365 días que conforman 2018. Así que, quien más quien menos, todos nos hemos planteado bajar esos kilos que ya teníamos de más antes de las pantagruélicas celebraciones recientes, todos hemos dicho que este año vamos a cultivar las relaciones de amistad y familiares, que vamos a ser más eficientes en el trabajo para poder conciliar mejor en nuestros hogares, que vamos a recuperar el placer abandonado de la lectura, que controlaremos mejor nuestro carácter para no dejar llevarnos por arranques de ira, que trataremos de facilitar la vida a todo aquel que se nos cruce en el camino... Todo muy encomiable. Seguro que si todas estas pretensiones llegan a hacerse realidad, conseguiremos vivir en mundo mejor. Pero para ello tendremos que evitar que haya más muertes de inmigrantes que sueñan con alcanzar Europa en busca de una vida mejor, que no nos rasguemos las vestiduras solo cuando los yihadistas atacan los países occidentales, que analicemos la estupidez innata del presidente estadounidense, Donald Trump, y del líder coreano, Kim Jong-un, dispuestos a llevarnos a una hecatombe nuclear; que condenemos la violencia machista para que no haya otro medio centenar de mujeres muertas y una decena de niños asesinados. Si esto ocurre, entonces sí que habremos aprovechado este 2018 que ahora empieza.