Lo más preocupante es el desinterés de las nuevas generaciones por conocer qué fue la dictadura franquista y sus consecuencias principales, las decenas de miles de cuerpos enterrados en fosas comunes y cunetas de carreteras de media España... ¿Y qué es de los responsables? Y las torturas que se practicaron en comisarías de Policía y clandestinos centros de torturas y que la democracia española ha dejado sin perseguir.
Es incomprensible que torturadores franquistas profesionales como Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, hayan logrado hacer una vida plena y libre con la llegada de la democracia sin que ni siquiera haya sido jamás reclamado por un tribunal de justicia español para que explicase, o justificase en su caso. Perteneció a la llamada Brigada Político Social, que tenía su sede en la Dirección General de Seguridad de Madrid y que sirvió de inspiración a las dictaduras de Chile y Argentina. La jueza argentina María Servini, que investiga los crímenes cometidos durante el franquismo, emitió en 2013 una orden de captura internacional contra el antiguo inspector de la Brigada Político Social y otros imputados por crímenes contra la humanidad. Pero la Audiencia Nacional rechazó la extradición al considerar que los delitos prescribieron 30 años antes.
Que el Partido Popular de Rajoy se jacte de no haber dedicado ni un solo euro a desenterrar a los cerca de doscientos mil muertos que sembraron el territorio español de sangre, vergüenza y dolor una vez acabada la Guerra Civil, cada vez que la derecha española habla de la necesidad de pasar página y de que los familiares de los desaparecidos se callen de una vez y dejen de molestar se constata, una vez más, la profunda huella que el franquismo dejó en las mentes de muchos españoles que no saben reconocer la ignominia y la injusticia aunque la tengan delante.