cON el corazón aún encogido por los atentados yihadistas que han tenido lugar en Barcelona y Cambrils -también en otros lugares como Finalandia y Rusia- y compartiendo el dolor y la solidaridad con las víctimas y sus familiares, Bilbao abrió ayer con la llegada de Marijaia y el lanzamiento del txupin la esperada Aste Nagusia, unas fiestas concebidas para disfrute general, libre e igualitario de toda la ciudadanía. La edición de este año viene precedida de un ambiente caracterizado por algunos elementos que no se deben obviar pero que en ningún caso deben suponer un obstáculo para vivir las fiestas de una manera plena. Resulta obvio que la masacre que ha tenido lugar en Catalunya ha generado un clima de preocupación. Es, precisamente, lo que buscan los terroristas con sus acciones, especialmente las que tienen lugar en lugares de grandes aglomeraciones. En este sentido, tanto el Gobierno vasco como el Ayuntamiento de Bilbao mantienen un alto nivel de coordinación tanto institucional como de sus respectivas policías con el objetivo de garantizar la máxima seguridad, especialmente durante Aste Nagusia, con un seguimiento continuo y conjunto de la situación para adoptar las medidas adecuadas. Aunque -tal y como reiteró a DEIA el jefe de Inteligencia Criminal de la Ertzaintza- no hay datos de que Euskadi sea un objetivo terrorista o que haya riesgo inminente de atentado, es lógico que ante la situación de alarma generada los cuerpos policiales tomen todas las precauciones tanto para evitar una situación de riesgo como para tranquilizar a la ciudadanía. Además, las mismas instituciones y cuerpos policiales venían ya trabajando en el incremento de la seguridad en todos los terrenos, especialmente en la prevención y persecución de cualquier tipo de agresión sexista. Las palabras del alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, dirigidas a los posibles agresores y en las que afirmó “Vamos a ir a por vosotros” resumen el sentir general de hartazgo y rechazo a este tipo de actitudes machistas, que atentan contra la dignidad de las mujeres -y de todos-, y quiebran la convivencia general y el sentido mismo de la Aste Nagusia. Ante esta lacra, son imprescindibles las medidas de seguridad, pero no bastan. Es necesaria la implicación de toda la ciudadanía -en especial de los hombres- para hacer entender que “No es siempre no”. Ese es y debe seguir siendo el espíritu de Aste Nagusia.