CON la presentación oficial, ayer en Madrid, de su candidatura a las primarias para la Secretaría General del PSOE, Patxi López ha conseguido su primer objetivo: aprovechar el factor sorpresa y adelantarse a sus posibles rivales, con lo que obtiene, de inicio, una ventaja al ser el primero en dar el paso y abrir así la carrera por hacerse con la dirección de los socialistas, sumidos en una profunda crisis de identidad y liderazgo. La candidatura del exlehendakari y expresidente del Congreso de los Diputados no supone sorpresa alguna, ya que se venía especulando desde hace tiempo con la posibilidad de que encabezara lo que se ha dado en llamar una tercera vía entre la opción que representaría el anterior líder Pedro Sánchez -descabalgado de manera poco ejemplarizante y democráticamente cuestionable-, reconvertido ahora en máximo exponente del sector crítico dentro del partido frente a la Gestora y los barones, y la siempre latente alternativa encarnada por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Lo que sí ha causado cierta extrañeza es la rapidez con la que Patxi López ha abierto la batalla por el liderazgo, pocas horas después de que el esperado Comité Federal del PSOE fijara el calendario de las primarias para mayo y estableciera que el 39 Congreso se celebrará entre el 17 y 18 de junio próximos. La maniobra tiene mucho que ver con que Susana Díaz, que aún no ha confirmado su candidatura, tenga previsto iniciar el próximo fin de semana una gira de encuentros con la militancia, con lo que ambos, la presidenta andaluza y López, iniciarán su campaña al mismo tiempo. La posibilidad de que el que fuera lehendakari pueda liderar el PSOE en un futuro próximo presenta oportunidades y dudas, tanto para la política española como desde la perspectiva de Euskadi. Su intención de representar una supuesta candidatura de unidad e integración entre los polos opuestos existentes actualmente en el socialismo -los afines a Pedro Sánchez ya han dicho que no es su candidato- es, más allá de las palabras, ciertamente cuestionable y tendrá, en todo caso, que sustentarse y concretarse en un proyecto definido, sin olvidar que López fue lehendakari sin haber ganado nunca unas elecciones y solo gracias al apoyo del PP, uno de los puntos máximos de fricción ahora en la militancia del PSOE.
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