QUE treinta y ocho días después de la repetición electoral del 26 de junio y 227 días después de aquella primera cita con las urnas del 20 de diciembre del pasado año las principales fuerzas políticas del Estado español sigan sin solucionar el problema de la gobernabilidad pese a la premura que causa la situación socioeconómica y las exigencias europeas al respecto solo puede comprenderse como resultado de una absoluta inepcia aliñada con altas dosis de irresponsabilidad. Ahora bien, ni una ni otras pueden ni deben atribuirse de forma unidireccional ya que la incapacidad para tejer no ya mayorías sino simples complicidades suficientes es común y se confunde en los dos partidos, PP y PSOE, que en virtud de los resultados electorales del 20-D y el 26-J podrían articularlas. Así que, ¿quién bloquea qué? La pretensión de Mariano Rajoy de trasladar a Pedro Sánchez la presión atribuyéndole el deber de permitirle formar gobierno en minoría es, en primer lugar, producto de una lectura muy poco democrática de la democracia, que resume esta a un hágase mi voluntad escondido tras su supuesto ofrecimiento de conformar cuatro grupos de trabajo para negociar acuerdos que permitan su investidura, extrañamente tardío (cinco semanas después de las segundas elecciones) cuando se pretende públicamente la urgencia de conformar un ejecutivo. En otras palabras, Rajoy no pretende acordar con el PSOE pautas de actuación política que devengan en posibilidades de gobierno, sino que pretende pretenderlas para endosar al socialismo la carga de un posible nuevo fracaso porque no se ve gobernando en una dificultosa minoría. Nada más. Ahora bien, Pedro Sánchez tampoco puede oponer a esa inepcia la suya propia y no acompañar de una alternativa su rechazo a permitir que Rajoy gobierne, lógico sólo si se obvian los múltiples acuerdos a que han llegado PP y PSOE en los últimos años, desde las políticas respecto a Euskadi y Catalunya a la reforma constitucional de la “estabilidad presupuestaria” que forzaron este agosto hace cinco años. El problema, en todo caso, sigue estando, como hace más de siete meses, dentro del PSOE, que debe elegir entre desdecirse de la negativa a Rajoy, de la negativa a una alternativa o de la negativa a unas terceras elecciones... pero tampoco puede permitir al PP gobernar y liderar la oposición a ese gobierno al mismo tiempo.