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El plumero y la Constitución

Hace ya casi cuatro lustros, más en concreto 18 años, el lehendakari Ardanza definió la Constitución española como “un traje estrecho, corto y pasado de moda”, y el a la sazón presidente de la Xunta de Galicia, el popular Manuel Fraga, le contestó que “se puede cambiar de moda, pero no así como así de Constitución”. El hoy presidente de honor del Partido Popular, el desaparecido Fraga Iribarne, también tuvo palabras para el que entonces era presidente de EAJ-PNV, Xabier Arzalluz, quien había restado valor o validez a la Carta Magna española en tanto en cuanto en nuestra tierra había sido menos votada. Mucho ha llovido desde entonces, pero desde los partidos políticos españoles, los tradicionales más algún emergente, siguen enrocados en no pasar sino el plumero sobre la Ley de Leyes española, sin querer profundizar en los cambios. Así y todo lo que tenemos los vascos, llámese Estatuto de Autonomía de Gernika o sistema fiscal vasco, según los españoles , “solo existen en tanto que existe la propia Constitución” (los derechos históricos “no pueden ser utilizados para modificar la Constitución ni para crear un nuevo Estado, sino que se han de desarrollar a la luz de esta”, mantenía Fraga). Uno de los siete padres de la Constitución, el señor Peces-Barba, era de la opinión que “para una reforma profunda de la Carta Magna se requiere un consenso social y político amplio”, que a su modo de ver “no responde a las necesidades reales de la sociedad en su día a día”. Ahora que estamos bien entrados en el siglo XXI, y viendo el cambio sociopolítico que se está dando en el conjunto de la sociedad española, ¿ha llegado la hora de acometer de una vez por todas un cambio profundo en la Constitución española? Todo hace indicar que así es, aunque hay muchos que se agarran como a un clavo ardiendo a las palabras de los estertores del siglo pasado de Fraga y Peces-Barba.