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Cameron en Bruselas; Europa, aislada

La UE opta por adecuar la actualización de las históricas reticencias británicas a la Unión o, si se prefiere, acepta el derecho a decidir británico sobre su pertenencia, aun si afecta a las bases del proceso de integración europeo

LA distancia con que Gran Bretaña contempla a Europa no es patrimonio de David Cameron. Aquel histórico titular de The Daily Mail -Fog in Channel; Continent cut off (Niebla en el canal; el continente, aislado)- ha tenido continua traslación a las relaciones entre Londres y Bruselas desde mucho antes de que ayer el premier británico se reuniera con el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el de la Eurocámara, Martin Schulz, para doblegar a la Unión Europea hacia sus condiciones de permanencia. Ya en 1957, Downing Street envió a un funcionario de rango menor a la firma del Tratado de Roma... como simple observador. Y en el referéndum de 1975, en el que el 67% de los británicos apoyaron la pertenencia del Reino Unido a la Comunidad Económica Europea (CEE) -la historia, efectivamente, no es de hoy- siete miembros del gobierno laborista de Harold Wilson recibieron permiso para hacer campaña por el no. Aquellas resistencias ya permitieron a Londres prerrogativas que no tenían otros estados miembro, pese a lo que Margaret Thatcher retomaría la oposición a la UE en 1988 al afirmar que Europa les había engañado: tres años más tarde, en 1991, Londres obtuvo la posibilidad de permanecer al margen del proyecto de la moneda única en Maastricht. Hoy, Cameron no hace sino actualizar todas esas históricas reticencias británicas con el único fin de adquirir una posición que permita a Gran Bretaña disfrutar de la Unión Europea sin todas sus ataduras. O, si se prefiere, utiliza el derecho a decidir de los británicos sobre el modo de pertenencia a Europa. El muy posible acuerdo en materia de inmigración, que permitiría a Londres no asumir durante cuatro años las ayudas sociales que corresponderían en Gran Bretaña a los trabajadores procedentes de la Unión, no es sino la primera de las exigencias, a la que se añadirán la limitación de la libre circulación, la negativa a profundizar en la unión política, la exención de la responsabilidad a nivel financiero en el apoyo a la eurozona, la posibilidad de que Westminster detenga propuestas legislativas europeas o la soberanía absoluta en seguridad. Medidas que limitarían la unión, que alterarían la idea de Europa y el proceso de integración europeo... pero que permitirán a Europa no aislarse de Gran Bretaña.