EL acuerdo judicial por el que los 35 miembros de la izquierda abertzale a los que se les imputaba haber retomado la dirección de la ilegalizada Batasuna a través del PCTV y de ANV no ingresarán en prisión al serles reducidas sus condenas por debajo de los dos años supone un avance en la todavía incompleta normalización, pero también una constatación del retraso y las dificultades que en la izquierda abertzale se han planteado -y aún se plantean- a la asunción de los cauces necesarios para la misma. Que miembros con diferente relevancia política en la izquierda abertzale reconozcan en dicho acuerdo su pasada conducta contraria a la legalidad y adquieran el compromiso de renuncia a cualquier actividad relacionada con la violencia para contribuir al reconocimiento y reparación del daño y sufrimiento causados y que dicha declaración haya sido aceptada como parte del acuerdo no solo por la Fiscalía sino también por asociaciones de víctimas del terrorismo como la AVT y Dignidad y Justicia es al menos un paso, no insignificante precisamente, de los que aún quedaban por dar en este camino. Quizá también una fórmula a contemplar a la hora de dar otros, especialmente en el ámbito penitenciario, en ese planteamiento de solución de la problemática de los presos a través “del desarrollo de la legislación”, tal y como lo expresó Rufi Etxebarria el martes en Iruñea. No en vano, la asunción de la ilegalidad de su conducta, el compromiso de renuncia a toda actividad relacionada con la violencia y el reconocimiento del daño causado y su reparación son las condiciones impuestas a los presos para el avance de grado y el acceso a beneficios penitenciarios. Sin embargo, toda esa paulatina readecuación de planteamientos que, sin renuncia a sus objetivos en su enunciado, viene realizando la izquierda abertzale, incluso los pasos ya dados en ese camino de normalización, no pueden evitar una mirada hacia atrás, a todos aquellos que, desde dentro o al margen de ese sector ideológico, tras haber sido parte de la violencia -y cabe señalar aquí a los integrantes de la denominada vía Nanclares- o habiendo estado siempre contra ella, fueron demonizados y acosados de una u otra forma por quienes ahora, afortunadamente, parecen haber admitido ya el dramático error de su deshumanizada estrategia.