SI algo han mostrado las elecciones generales celebradas ayer es la gran desafección hacia el gobierno y el Partido Popular de Mariano Rajoy sobre todo en Euskadi; la estabilidad y fidelidad del voto al PNV, que gana un escaño pese a la fuerte irrupción de Podemos que castiga duramente a EH Bildu; y la certificación en el Estado del fenómeno que ya se venía vislumbrando hacia el fin del bipartidismo, al menos tal y como lo hemos conocido hasta ahora, aunque no con la intensidad y protagonismo que prometían las fuerzas emergentes, entre las que finalmente ha sido Pablo Iglesias quien ha ganado el pulso por ese liderazgo.

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