EL acuerdo en torno a los presupuestos del Gobierno vasco para el ejercicio 2016 (10.933 millones de euros) alcanzado por el PNV y el PSE no es sino consecuencia lógica de los acuerdos anteriores entre ambas formaciones en aras a la gobernabilidad y estabilidad de la Comunidad Autónoma Vasca con el fin de encarrilar la salida de la crisis económica y sostener al tiempo el nivel de los servicios sociales vascos y su incidencia en el bienestar de los ciudadanos. De hecho, el consenso sobre las cuentas es el tercero consecutivo desde que jeltzales y socialistas alcanzaron el acuerdo sobre fiscalidad y reactivación económica de 2013 y no hace sino responder asimismo a la dinámica política de colaboración que ambas formaciones han establecido en ayuntamientos y diputaciones tras las últimas elecciones municipales y forales, colaboración que anuncia un consenso ampliado respecto al que aprobó las cuentas en el Parlamento Vasco el pasado año con el apoyo selectivo de los socialistas. Lo contrario, pese a los tan interesados como inútiles sondeos de EH Bildu al PSE sobre el particular, hubiera supuesto el incumplimiento de aquel acuerdo de estabilidad y un accionar ilógico ante los últimos presupuestos de la legislatura, pero también ante el resultado de los anteriores acuerdos presupuestarios tanto en el ámbito de la recuperación económica y el impulso a la misma como en el de la normalización de las relaciones políticas o en la traducción a todos los niveles institucionales de Euskadi de la cohesión que ha distinguido a la sociedad vasca y que tantas veces se ha reflejado en la coordinación de las lógicas diferencias ideológicas ante una responsabilidad común en la gobernabilidad. En todo caso, el acuerdo ofrece continuidad en el todavía necesario impulso a la revitalización y la consolidación de un ciclo de tendencia positiva que sin embargo aún necesita afianzarse, aspecto que también se refleja en una cuentas que crecen un 2,8% y que dibujan un especial interés en el empleo, con una previsión de creación de quince mil puestos de trabajo, o en la innovación como motor del desarrollo económico e industrial. Y supone, además, la consolidación de un camino, el del consenso entre diferentes, que Euskadi deberá tomar también en otros ámbitos en próximos ejercicios.