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Meter la pata

SUELE ocurrir. Cuando uno se preocupa más de lo que hacen los demás que de lo que debería hacer él mismo, se cometen errores de grueso calibre. Aunque resulten intrascendentes y pasen inadvertidos para el público en general.

El Partido Socialista de Euskadi, o al menos una parte de su representación, parece estar más pendiente de lo que hace o deja de hacer el gobierno de Iñigo Urkullu que de resolver sus múltiples carencias. “Marcar perfil” lo califican, sin darse cuenta de que lo que hacen es todo lo contrario, chupar rueda de las dinámicas que otros marcan.

Esa manera de hacer oposición acosando a preguntas parlamentarias que buscan la contradicción, les ha llevado a ver lo que no hay, es decir , a interpretar un hecho inexistente, para inmediatamente juzgarlo a modo de crítica feroz. Y tal afán por el acoso injustificado termina en un ridículo que haría sonrojar a cualquiera, si bien para algunos parlamentarios socialistas eso del ridículo es una materia en la que no necesitan examen pues la tienen ampliamente acreditada.

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