LA serie de dramáticos sucesos ocurridos en Estados Unidos tras la muerte, el pasado verano, de Michael Brown por los disparos efectuados por un policía de la ciudad de Ferguson y las violentas protestas que lo siguieron han centrado la atención de la opinión pública norteamericana en la profunda fractura existente en la confianza entre los departamentos de Policía y la ciudadanía a la que sirven. La situación llevó al presidente Obama a crear un grupo de expertos (Task Force on 21st Century Policing) compuesto por once profesionales de distintos ámbitos (Policía, Justicia, Universidad y otros) con el objetivo de identificar buenas prácticas policiales que ofrezcan resultados tanto en la reducción eficaz de la criminalidad como en la mejora de la confianza pública en la Policía.

Dos razones, dos pilares El informe final publicado en mayo de este año resulta de gran interés para la Ertzaintza por dos razones. En primer lugar, porque permite contrastar el modelo policial definido en su Plan Estratégico 2013-2016, especialmente su misión y valores. Y en segundo lugar, porque de sus recomendaciones se pueden extraer interesantes ideas de mejora que pueden ser implementadas también en Euskadi.

Aunque el grupo de expertos refleja en su extenso informe conclusiones sobre seis pilares, aquí nos vamos a ocupar básicamente de dos de ellos: el relacionado con la confianza y la legitimidad y el que pone su atención en la relación con la ciudadanía y la reducción de la criminalidad.

Respecto al primero, los autores señalan que la ciudadanía solo confiere legitimidad a aquellos que considera que actúan correctamente, resultando imposible conseguir la confianza de la ciudadanía si la Policía es vista como una fuerza de ocupación que viene de fuera a imponer control. En un párrafo especialmente revelador señalan que la cultura policial debería abarcar una mentalidad de “defensor”, no de “guerrero”, para crear confianza y potenciar la legitimidad entre Policía y ciudadanía. Resulta especialmente significativo este párrafo en un país en el que son asesinadas 80 personas al día, en el que, solo en 2014, 126 policías murieron en acto de servicio, 50 de ellos por disparos de armas de fuego, o en el que más de 400 personas mueren cada año por disparos de la propia Policía.

Entre las medidas propuestas en este pilar están la mejora de la cultura de la transparencia y la responsabilidad (traducción aproximada del original “accountability”), la comunicación de información de manera abierta y neutral, la promoción de contactos con la ciudadanía en situaciones no operativas, especialmente en las escuelas, la toma en consideración de los daños potenciales de los planes operativos, el desarrollo de encuestas para medir la confianza en la Policía, el aprendizaje de las buenas prácticas o el uso de lenguaje respetuoso con las minorías, entre otras muchas.

Respecto al segundo, en él se enfatiza la necesidad de la Policía de trabajar con la ciudadanía para coproducir seguridad. El trabajo policial eficaz depende del compromiso y de la comunicación con la ciudadanía a la que se ofrece el servicio público de seguridad. Desarrollar y mantener relaciones positivas es una parte esencial y debe formar parte del trabajo policial diario. No es un proceso pasivo sino una colaboración proactiva entre ambos.

En un reciente informe publicado por la Rand Corporation (Respect and Legitimacy. A Two-Way Street), se señala que la Policía es más sensible que otras organizaciones a la confianza y a la legitimidad que deposita en ella la ciudadanía en términos de eficacia. La forma en la que la Policía se compromete e interactúa con la ciudadanía y las experiencias positivas y negativas en el trato de las personas que acceden a los servicios policiales (víctimas y personas atendidas, denunciadas, controladas o testigos) influyen de manera directa en las percepciones y en la confianza en la Policía, y por tanto, en el nivel de colaboración con ella.

En este asunto concreto, el grupo de expertos del presidente Obama propone adoptar políticas internas que refuercen la importancia de la confianza de la ciudadanía en la gestión de la seguridad pública, reforzar los lazos con los distintos grupos que operan a nivel social, proporcionar oportunidades para que el personal de patrulla participe e interactúe con la ciudadanía, reforzar la cultura de revisión de las actuaciones incluyendo la revisión por expertos ajenos a la propia Policía, trabajar estrategias para reducir la tensión en los contactos en situaciones de crisis, implicar a la ciudadanía en el desarrollo de estrategias de prevención del delito y trabajar con escolares, entre otras muchas recomendaciones.

Cercanía, confianza, compromiso El servicio público de seguridad ofrecido por la Ertzaintza en el siglo XXI debe continuar por la senda de la mejora de la cercanía, de la confianza y del compromiso con la ciudadanía vasca. No es, sin embargo, una cuestión sencilla. Existen numerosos escollos que deben ser superados. A nivel externo, la exposición pública del trabajo policial hace que un simple vídeo fuera de contexto pueda convertirse en un ataque tremendo contra la legitimidad policial. Aunque, tal y como se señala en el informe antes citado, en muchas ocasiones la ciudadanía no dispone de otra información representativa (por ejemplo, de identificaciones o de detenciones que impliquen el uso de la fuerza física, o de profesionales de Policía heridos en acto de servicio). Por otro lado, las consecuencias del uso de la fuerza y de las armas, aunque se utilicen de manera legítima y proporcionada, pueden llegar a ser letales.

A nivel interno, los escollos son, generalmente, culturales. En un informe publicado en diciembre de 2009 por el Home Office británico (Improving public confidence in the police: a review of the evidence) se señala que uno de los escollos más importantes para mejorar la confianza en la Policía es el cambio cultural que requieren los modelos policiales de inspiración comunitaria. En este sentido, se señalan los comentarios negativos de los propios policías sobre su organización. De acuerdo a las investigaciones citadas en este informe, los profesionales de la Policía tienen una peor percepción de su servicio que el resto de funcionarios públicos respecto a los suyos. Por otro lado, algunos policías aún señalan que las tareas de asistencia, de apoyo y de comunicación interpersonal no operativa con la ciudadanía no constituyen auténtico trabajo policial “real”. Esto hace que a cierto tipo de trabajo se le confiera un estatus inferior, lo que dificulta el éxito.

La Ertzaintza está haciendo numerosos esfuerzos por adaptarse al nuevo modelo, pero se pueden resaltar dos acciones de las que se señalan en el informe del grupo de expertos: la recuperación de la korrika como táctica operativa habitual, que está ayudando a mejorar la accesibilidad y la comunicación y a que la sensación de seguridad percibida por la ciudadanía vasca esté a unos niveles muy altos, y las charlas ofrecidas a escolares por ertzainas voluntarios, que en lo que va de 2015 han llegado a 18.000 niñas y niños. Son dos actividades no siempre bien comprendidas que, sin embargo, tienen un impacto importantísimo en términos de confianza y legitimidad.