Se echan balones fuera cuando se evaden los problemas incómodos, cuando no se analiza nada ni se reconocen los propios errores o se echa la culpa de todo a los demás o cuando se trata de mantener situaciones inadmisibles e incomprensibles por comodidad, cobardía o incapacidad. Cuántas veces nos molestan los propios hijos con sus impertinencias y su problemática y levantamos gruesas murallas. En vez de allanar, comprender, escuchar, dialogar y ser amigos les decimos: “Dejadnos tranquilos”. ¡Balones fuera! Cuando no afrontamos situaciones que sabemos que nos están dañando, llámense drogas, tabaco, alcohol, problemas de la pareja y dejamos pasar el tiempo hasta una mañana que nunca llega, por falta de autoestima, de fuerza de voluntad, de iniciativa y de personalidad, en resumidas cuentas. También en el trabajo se plantean muchas veces estas situaciones en las que por cobardía o por no buscarse complicaciones no se plantean debidamente los problemas humanos de convivencia cotidiana y por tanto se dejan pudrir estos asuntos con grave deterioro de la empresa y de las propias personas. A veces los responsables de estas empresas cumplen lo estrictamente formal y no saben o no quieren afrontar los temas humanos. Y para terminar muchos políticos no nos dan un buen ejemplo en este punto, echan balones fuera cuando prometen muchas cosas, o no buscan las raíces de los problemas, ni los estudian a conciencia ni toman decisiones valientes e inteligentes, siempre por la vía del diálogo y de la negociación y de la cesión de las propias parcelas del poder. Si continuamente estamos echando balones fuera en todos los órdenes de la vida, jamás habrá estabilidad y armonía en nuestra maltratada sociedad. Es necesario limar asperezas, romper los muros de intransigencia y de la comodidad y ser más decididos, sinceros y tolerantes con las personas que nos rodean, sin distinciones ni falsos amiguismos.