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¡Qué desfachatez!

Solamente dos minutos dedicó el presidente del Gobierno de la nación española desde su atalaya parlamentaria al problema de la corrupción. La corrupción es la acción o inacción de una o varias personas que manipulan los medios públicos en beneficio propio y/o ajeno, tergiversando los fines del mismo en perjuicio del conjunto de la ciudadanía a la que debían servir y beneficiar. La corrupción está en la codicia humana, en ese afán desproporcionado de acumular dinero y poder. La corrupción, que tuvo ya sus inicios en el reinado de Felipe III, ha ocupado la atención de la sociedad española hasta nuestros días, pervirtiendo el sistema democrático y debilitando la confianza de la sociedad en sus representantes públicos. Hablemos de sus señorías las que se encuentran en el hemiciclo lamentablemente aburridas, hablando por el móvil, chasqueando sus dedos en el iPad que les regalaron al asumir cargo tan importante, o también jugando al Candy Crush u otros juegos. Pero, ¡corrijamos! Hay excepciones en el Parlamento como son los grupos minoritarios que deben estar atentos, absortos y concentrados en las intervenciones parlamentarias a las que deben responder en un escaso tiempo de demora. Echemos un vistazo a la situación actual generalizada en España de corrupción política, tarjetas black, comisiones, jueces separados de su función, los Ere, Gurtel, Bárcenas y un sinfín de políticos y consejeros imputados a diestro y siniestro. Este es el mapa de la corrupción política y digo bien política, porque son ellos, los políticos, los que administran los dineros públicos y en algunos casos se los apropian de manera desaforada. ¡Algo está fallando! 2015 nos servirá de reválida y evaluación de todas las acciones públicas que los representantes del pueblo han originado durante las últimas legislaturas, de manera que un SUSPENSO los calificara de manera fulminante y sin posibilidad de RECUPERACIÓN.