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La presidencia del Athletic

Cuando cumplí 7 años, en enero de 1948, mi padre me hizo socio del Athletic. Allí estuve, en la grada de Capuchinos, una serie de años, hasta acceder, a punto de iniciar el Bachiller, a Preferencia Lateral Numerada y donde me mantuve hasta la treintena. Durante una serie larga de temporadas tuve el privilegio de ver jugar a todos los históricos del Athletic y accedí, con mi colegio de los Jesuitas, a todos los campos de ciudades donde la Compañía de Jesús tenía un colegio a ver a nuestro equipo, en excursiones muy festejadas por los alumnos que a ello fuimos autorizados. Al finalizar mis estudios universitarios en Deusto dejé Bilbao por un empleo en Madrid y, muy a mi pesar, cedí mi carnet a un familiar próximo. Aquella vivida época, muy presidencialista, fueron años gloriosos de nuestro club y la actuación de presidentes de recuerdo, que se movían con eficacia y rapidez en los cenáculos deportivos de Madrid, donde tenían mano... y personas implicadas en federaciones, donde nuestro club pisaba fuerte. Aquello es historia. Hoy día, pese a contar con un equipo señero donde los haya, con una afición que traspasa fronteras y una filosofía de club envidiada e inimitable, nuestro paso por el campeonato español no es, ni de lejos, lo que ha sido en épocas pasadas. ¿Tenemos el tipo de directiva de la que nos podamos sentir satisfechos? ¿Y un presidente accesible, eficaz y con entidad personal adecuada a la importancia del club? Ahora que nos llaman a elecciones a este cargo podemos volver a tener a alguien que nos merezca. Otra vez el Athletic nos necesita. Tú, querido socio, tienes la palabra.