¿Por qué Dios permite...?
Al gran José Arregi, con mi sincera admiración por la incansable búsqueda de su Dios. El sistema límbico del ser humano, diverso y variable a lo largo de su vida, sujeto a emociones mil, y que alberga tantas como desestima, genera por intrínseca necesidad ambas inexorablemente. En el sistema sideral, al que pertenecemos, no conocemos la cara sin la cruz, la presión sin la depresión, etc. Y como dice Gottolo e Lessin: “La palabra casualidad es una blasfemia. Nada bajo el sol sucede por casualidad”. Todo en la vida atiende a la regla causa-efecto y por ende, la escatología no puede llegar a conclusiones sobre el destino final del hombre. La parusía, ignorando qué causas se concitarán en siglos venideros en que el hombre desaparecerá. En cuanto al “¿por qué Dios permite...? así se lo pregunté a José Antonio Pagola en Bilbao, en la iglesia de Indautxu. “Si todo ha sido creado por Dios con amor, ¿por qué ha cometido esa falta de amor, permitiendo la atrocidad de sacrificar vidas sin tasa, con maremotos, volcanes, ciclones, etc.?”. “No tengo explicación para eso”, me contestó. Sabe señor Arregi, porque no existeposible aclaración al respecto, teniendo, sin embargo, explicación para la creación del mundo en seis días, el pecado original, la resurrección de los muertos, la virginidad de una parturienta, etc. Porque la religión está basada en sofismas, en lugar de en machaconas verdades naturales sujetas a la razón del ser humano, patrimonio real y esencial, digno de venerar. En mi ensayo Sí al mensaje, no al icono, registrado por el Gobierno vasco, no por el de Madrid, me extiendo sobre este apasionante tema.