Por fin se ha realizado el referéndum en Escocia y el resultado no ha sido favorable a la independencia: 55,5 contra 44,5. Es decir, Escocia seguirá siendo parte del Reino Unido, pero, todo tiene sus peros, el Reino Unido se ha comprometido a tratar a Escocia como lo que es, una nación diferenciada con derechos. Los escoceses en esta apuesta han ganado. Hubieran ganado de todos modos, siendo independiente y sin serlo. Todos los partidos ingleses se han comprometido a tratar justamente las exigencias escocesas que por su mal trato le han llevado a reclamar la independencia.
La Unión Europea ha ganado, relativamente. Ha retrasado un debate que tarde o temprano tendrá que afrontar cuando otro pueblo sin Estado proclame su independencia de un Estado miembro. En esta ocasión, se enfrentaba a rechazar a Escocia que si bien es el 1% de la población de la UE, en sus manos están el 20% de los recursos pesqueros, el 25% de la energía renovables y el 60% del petróleo, que no es una cuestión baladí.
Han ganado los partidarios del no, pero no olvidemos a los muchos votantes partidarios de la independencia que se han asustado por las catastróficas amenazas y las opulentas promesas. Tengan cuidado los unionistas e ingleses, que si no cumplen sus promesas, la próxima vez será sí.