EL anuncio de un nuevo contrato que proporcionará carga de trabajo por dos años a los astilleros de La Naval de Sestao, con la construcción de un buque para la holandesa TESO, y la presentación del nuevo plan estratégico de Tubos Reunidos, con una inversión prevista en Euskadi hasta 2017 de 108 millones de euros; son además de dos excelentes noticias, la constatación de que el motor de la industria comienza a mover de nuevo, siquiera a un ritmo aún contenido, la economía real en Euskadi. Más allá de datos estadísticos que no distinguen las diferentes calidades de empleo y suman contrataciones desiguales para publicitar en periodo electoral mínimas y eventuales reducciones del paro como si fuesen el inicio de la recuperación; la asunción de nueva carga de trabajo por La Naval permitirá cortar la sucesión de EREs en el astillero, da continuidad a una todavía incipiente tónica en el sector tras los problemas derivados del tax lease y, sobre todo, dibuja un horizonte más optimista para su industria auxiliar y los miles de empleos que esta representa. También permite cierto optimismo respecto a la apuesta de la construcción naval vasca por la innovación tecnológica y los nuevos nichos de mercado, lo que daría estabilidad a un sector estratégico de la economía vasca... y con él a miles de trabajadores. Precisamente, han sido la investigación, la inversión en I+D, la entrada en nuevos segmentos de mercado y la apuesta por productos de primer nivel y mayor valor añadido, con la pretensión de abrir brecha en los mercados internacionales (especialmente Estados Unidos y Canadá) lo que ha permitido a Tubos Reunidos presentar beneficios y confirmar ese plan estratégico en el que la apuesta por el país, con una inversión de 108 millones en cuatro años, la distingue de otras empresas de su sector. Es economía real frente a supuestas creaciones de empleo basadas en la estacionalidad de sectores volubles, es asimismo resultado de una tradición de política industrial activa, antítesis de aquel "la mejor política industrial es la que no existe" del ministro Solchaga, que se hace perenne en el Estado -15% de aportación al PIB estatal por 21% en Euskadi- y es, sobre todo, una aportación de optimismo: no en vano coincide con la estrategia de reindustrialización puesta en marcha por la UE y con la realidad de que los países con mayor aportación industrial al PIB configuran las economías (y el empleo) más estables.