Aproximaciones al empleo
Todas las aproximaciones estratégicas que se orienten a la creación de empleo merecen ser tenidas en cuenta, tanto las que incluyen propuestas como las que matizan las ajenas, siempre que se ajusten a la realidad
CUANDO todavía resuenan los ecos de la propuesta de Adegi de una vía de comunicación y, en su caso, acuerdo entre empresa y trabajadores paralela al diálogo con comités y sindicatos, se suceden las propuestas de actuación en torno a la generación de empleo. Si desde el Gobierno vasco se maneja un Plan de Empleo respaldado por PNV y PSE, desde el ámbito sindical, ELA se sumaba ayer al debate con una propuesta alternativa basada en descalificar aquél. No hay problema en que del debate de ideas y la contraposición de propuestas se obtengan ideas nuevas. De hecho, si algo evidencia esta larga crisis es que las medidas que sirvieron en el pasado para crear empleo deberán ser reformuladas porque no se puede competir en el nuevo escenario sólo con una estrategia de sueldos bajos y liquidez crediticia alta con la que afrontar las necesidades de inversión. No porque ambas variables hayan salido de la ecuación, sino porque las constantes que las acompañan son la necesaria apuesta por la innovación y la contracción del crédito. Con este escenario, desde los poderes públicos deben afrontarse medidas paliativas que protejan el tejido social de los rigores económicos del momento, como confiesa ser uno de los objetivos del Plan vasco de empleo. Entre ellas, como respuesta a un corto plazo dramático para los 70.000 desempleados que no tienen subsidio en la CAV puede caber la opción que maneja Lanbide de apoyarse en las ETT. Igualmente, en un escenario de intenso crecimiento económico que algún día todos confiamos en poder alcanzar, las propuestas de ELA de reducir jornada manteniendo los salarios e incluso revalorizarlos por encima del IPC, así como de una inversión fuerte en servicios y empleo público, puede ser objeto de discusión. Lamentablemente, hoy es la descripción de una Arcadia feliz que la cruda realidad vigente desmiente en todos sus aspectos. La riqueza que se traduce en impuestos con los que afrontar el gasto público nace del crecimiento económico, que es hijo de la actividad. Apenas salimos de la recesión para afrontar una difícil cuesta arriba en la que hay que proteger la inserción social y el derecho al empleo de quienes corren el riesgo de quedar en la periferia. La conflictividad inherente a un modelo de reivindicación orientado a jornada y salarios no es el mejor argumento.