EN la polémica desatada a raíz de que el pasado 12 de diciembre, al término del Comité Ejecutivo de la UEFA celebrado en Bilbao, su secretario general, Gianni Infantino, afirmara que si la capital de Bizkaia fuese sede de la Eurocopa 2020 el nuevo estadio de San Mamés albergaría dos encuentros de la selección española conviene distinguir tres aspectos. En primer lugar, que Bilbao llegase a ser incluida -en detrimento de Madrid (estadio de La Peineta)- entre las trece sedes de la competición continental sería, evidentemente, un nuevo respaldo a una de las ciudades que son modelo global de transformación urbana, económica y social; repercutiría de manera extraordinaria en sectores tractores de la economía de Bizkaia como la hostelería, el comercio y el turismo y tendría un impacto inmediato: en la última edición, la de 2012 en Ucrania y Polonia, las ciudades-sede obtuvieron un retorno económico superior a los 30 millones de euros. El segundo aspecto es el de que Bilbao albergue también los encuentros de la selección española, lo que pese a las palabras de Infantino estaría por determinar, toda vez que ni siquiera se ha realizado el sorteo de la fase de clasificación -se hará el 23 de febrero en Niza- de la Eurocopa anterior, la de Francia 2016. Pero, en su caso, Bilbao podría albergar partidos de la selección española del mismo modo que los de la selección francesa, inglesa o croata; independientemente del nivel de aceptación y apoyo que cada una de esas selecciones pueda obtener del público vasco al que, conviene recordarlo, se le debe reservar un porcentaje de las entradas. El tercer aspecto, nada ajeno al anterior, es el de la reivindicación histórica de la oficialidad de la selección de Euskadi y su participación en el torneo continental dentro de seis años. Gibraltar, cuya federación fue admitida como 54º miembro de pleno derecho de la UEFA el pasado mayo a resultas de una sentencia del TAS, estará en el bombo del sorteo de Niza para la Eurocopa 2016 y cada vez se hace más patente que ni los preceptos legales (ahí está el artículo 10.36 del Estatuto y las competencias exclusivas en deporte) ni los reglamentos internacionales (el COI posee 204 miembros frente a 193 estados reconocidos por la ONU) son impedimento a la participación regularizada de las selecciones vascas en competiciones oficiales de carácter internacional.