La canción de moda del PP, que hemos vivido por "encima de nuestras posibilidades", contrasta con que Madrid es la ciudad más endeudada de España con 7.000 millones, la mitad de todos los municipios españoles juntos? ¿Es el momento que una ciudad arruinada, con problemas para pagar a sus proveedores y un 20% de parados, para lanzarse a esta aventura? Madrid tiene una obsesión por los Juegos, la tercera vez consecutiva que intenta organizarlos. Presume que la apoya el 80% de los ciudadanos, ¿Acaso en España han preguntado la opinión?
Hubo un manifiesto firmado por unos miles de ciudadanos por una auditoría para Madrid y que exigía un referéndum. Claro, existe un compromiso que la inversión olímpica se repartiría entre la ciudad, la Comunidad y el Estado.
En Viena se hizo el referéndum que fue rechazado con el 72% de votos para la sede de 2028. La retirada de Roma de la carrera olímpica fue por austeridad, y eso que la situación italiana es mejor que la española. Tenemos experiencias en eventos que han sido un desastre como Copa América, Fórmula 1 en Valencia, la Expo de Zaragoza, sobre todo, por el oscuro manejo del dinero público.
Montreal, un auténtico desastre, tardó treinta años en pagar la deuda. En Atenas la deuda superó los 9.000 millones y el país se fue a la quiebra. En el Mundial de Fútbol de Sudáfrica solo aparecieron deudas y corrupción.
En un principio la alcaldesa, Ana Botella, prometió 320.000 puestos de trabajo. Posteriormente el Ayuntamiento lo redujo a 150.000. Ahora quedarán 56.000 hasta 2015, tampoco se sabe cómo hacen los cálculos.
Se presupone un éxito total es lo habitual. El trágala lo plantean como estrategia de desarrollo, salen a la palestra las campaña de los profetas de la felicidad en TV, los príncipes, deportistas, políticos, toda la parafernalia. Nos lo tragamos todo y nos la meten doblada y todos contentos.
La guinda la pone el señor Carlos Urquijo, el demócrata. Quería que el lehendakari apoyase los Juegos de Madrid tras el éxito de la txupinera. Tiene un subidón, es un trepa, su aspiración es llegar, por lo menos, a Caudillo.
Pedro Mari Usandizaga Añorga