Síguenos en redes sociales:

Maneras de vivir en el futuro

La crisis llega a las residencias de mayores por lo que tal vez sea el momento de definir si deben ser las personas las que vivan en los centros que ofrecen los servicios o, por el contrario, si esos servicios deben acercarse donde viven las personas

LA población vasca envejece. Uno de cada cinco ciudadanos de Euskadi tiene 65 o más años de edad. Según el último censo de población y vivienda de la CAV del Eustat, la proporción de los residentes de entre 20 y 64 años disminuyó entre 2001 y 2011 más de dos puntos, pasando del 64,9% al 62,6%, respectivamente; los menores de 20 años se han dejado casi la mitad de sus efectivos en los últimos treinta años, ya que de 732.242 personas de esta edad en 1981, se pasó a 383.424 en 2011, aunque en 2006 alcanzó su cifra más baja con 351.349; la tasa de natalidad se sitúa en 9,7 por mil habitantes, muy lejos de los veinte por mil que se registraban en los 60. No es este un fenómeno ajeno a los países de nuestro entorno, pero las tasas registradas en Euskadi son preocupantes y fuente, además, de no pocos problemas, unos ya presentes, y otros que se adivinan para el futuro. Estos problemas, siendo serios en tiempos de bonanza económica, muestran todo su potencial desestabilizador cuando se contemplan en un escenario de profunda crisis. La disminución de ingresos de los ciudadanos lleva a un cambio en los hábitos de consumo y en las formas de organizar la vida. En lo que respecta a los mayores, la crisis afecta a su estar en la sociedad, que pasa por tres estatus diferentes: vida independiente en su propio hogar, vida en el seno de uno o varios de los núcleos familiares de sus familias o vida en residencias. Este último sector se está viendo afectado por la crisis económica, ya que según señalan sus gestores, muchas familias prefieren tener a sus mayores en casa y recibir las ayudas económicas de dependencia, antes que hacer uso de las residencias. Los tiempos de vacas gordas contemplaron cómo entre 2003 y 2008 el número de plazas en esos centros pasaba de 6.100 a 9.111 en Bizkaia. Es más, lo que resultaba difícil en aquellos años era encontrar un lugar en la residencia. Hoy en día se vive un punto de inflexión y, paradójicamente, el aumento del número de personas mayores no lleva una mayor demanda de ubicación en estas residencias, sino que son ya un millar las camas vacías. Tal vez sea este el momento de analizar cuál puede ser la tendencia habitacional a futuro de los mayores, y redefinir el concepto de residencia, de forma que sean los servicios los que vayan a donde vive la persona, y no que la persona viva donde están los servicios.