Una marca para un país
La estrategia 'Basque Country' define y exporta nuestra realidad socio-económica y las peculiaridades de forma de vida y desarrollo que distinguen y definen a Euskadi con el objetivo de ofrecer una imagen global de nuestras capacidades
LA imagen de un país -en el caso de Euskadi, nuestra imagen- en el exterior puede ser más o menos fiel a su realidad socio-económica y, en virtud de ello, puede también modificarse, moldearse. Y hacerlo para bien, con el fin de responder y representar mejor la realidad -sensibilidades nacionales incluidas- de ese país y su sociedad; o para mal, forzándola con el fin de convertirla, diluirla, en parte de un todo que, pese a la innegable relación, es en fondo y forma diferente. Euskadi, el País Vasco, Basque Country, había visto condicionada su imagen, su marca, a la ligazón a la del Estado -aquel I need Spain- hasta el punto de que parecía constreñirla a un sector turístico que aun habiéndose desarrollado sobremanera en la última década, hasta convertirse también en referencia de calidad, no refleja la globalidad de Euskadi, Basque Country, poseedora de una estrategia económica diferente, una tradición industrial y de sacrificio diferente, una sobriedad económica diferente, una apuesta por la innovación y por los nuevos sectores productivos diferente... y que como resultado ha superado la renta per cápita media de la Unión Europea, o su PIB industrial, pero al mismo tiempo se ha situado a la cabeza del índice de desarrollo humano, mantenido un porcentaje de explotación del suelo inferior al de la media europea o alcanzado un nivel de formación muy elevado en sus nuevas generaciones profesionales. En definitiva, una distinta forma de vida y desarrollo. Todo ello, que necesariamente queda fuera de una campaña de promoción ligada al sector que da imagen y marca al Estado, sí tiene que formar parte sin embargo de nuestra imagen de país, nuestra marca-país, cuyos beneficios serán, deben ser, indiscutíblemente mucho más amplios que los de una campaña de promoción de nuestras bondades turísticas aun cuando estas vayan incluidas en ella porque también son parte que nos define y distingue. Y no se trata únicamente de subrayar las diferencias, que las hay, sino de dar a conocer, de ofrecer, al mundo, en plena era de la globalidad y la internacionalización, de la desaparición de las fronteras siquiera en las relaciones comerciales y humanas, las capacidades y peculiaridades que nos sigan afianzando entre las sociedades de desarrollo humano y bienestar más avanzados.