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Evolución continua

En Zorrotzaurre se trata ahora de que la ciudad convertida en ejemplo urbanístico y destino turístico-artístico preferente desde un pasado industrial sea también, y con ella todo el país, referente en el mundo de las ideas, la innovación y la tecnología

EL convenio rubricado ayer por el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, y el consejero de Empleo Juan María Aburto, en nombre del Gobierno vasco, para permitir la licitación de las obras de apertura del canal de Deusto y la conversión en isla de la península de Zorrotzaurre da medida de la relevancia que adquiere la colaboración insterinstitucional en el desarrollo de proyectos tractores con los que encauzar, en tiempos de cruda crisis como los actuales, la renovación socio-económica del país. Porque la transformación de Zorrotzaurre, con una actuación que se extenderá por ochocientos mil metros cuadrados, supone mucho más que un ya importante alivio del riesgo de inundaciones para la villa, por otra parte largo tiempo demandado. Se trata, en realidad, del proyecto que enmarcará la transformación y desarrollo de Bilbao -y con la ciudad, una vez más, de toda Euskadi- en el segundo cuarto del siglo XXI. No en vano, Zorrotzaurre se ha ideado para que se convierta en un nuevo polo de atracción e imagen, alargando hacia El Abra la mundialmente ponderada transformación urbanística de Bilbao, pero también en área de tracción económica con la combinación junto al ocio y el uso residencial de nuevas industrias no contaminantes y la presencia en la isla de lo que se definen como nuevas áreas de negocio. Qué duda cabe de que la inversión, que solo hasta 2015 se elevará a los 30 millones de euros, supone un esfuerzo considerable en tiempos de penuria económica tanto en la res pública como en el ámbito privado, pero cuestionarla anteponiendo supuestas prioridades inmediatas al desarrollo a medio-largo plazo no puede entenderse sino como un abuso demagógico de la crítica similar al de aquellos que, en su día, ya cometieron el demostrado y enorme error de posicionarse contra la luego exitosa transformación de Bilbao. Porque se trata ahora de dar continuidad a esa evolución y que la ciudad que se convirtió en ejemplo urbanístico y destino turístico-artístico preferente desde un pasado de urbe industrial, combine ahora esas ya asentadas cualidades con las capacidades que le hagan también referente en el mundo de las ideas, la innovación y las nuevas tecnologías. De que Zorrotzaurre sea terreno abonado para todo ello depende en buena medida la ciudad -y el país- que recibirán las nuevas generaciones.