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Sortu y la nueva/vieja izquierda abertzale

El nacimiento del nuevo partido político que devuelve a la legalidad al mundo radical es un gran paso para la normalización aunque llega 35 años tarde y falto de autocrítica sobre la fracasada estrategia político-militar anterior y sus consecuencias

LA izquierda abertzale alumbró ayer en un Congreso fundacional su nueva organización política, Sortu, que nace con vocación de legalidad tras 35 años de democracia y una década en la que este sector social ha estado proscrito por aplicación de la injusta Ley de Partidos. En este sentido, y aunque los propios dirigentes de Sortu pretendan obviarlo o esconderlo tras uno de los habituales "pasos históricos" que han dado, el nacimiento de este partido político llega al menos con 35 años de retraso y tras muchos muertos y mucha sangre derramada en Euskadi y múltiples lugares del Estado español. Fue en aquel momento, tras años de cruel dictadura, cuando la gran mayoría de la sociedad vasca apostó de forma nítida por la democracia -por crearla, enriquecerla y desarrollarla- y los dirigentes políticos optaron, en consecuencia y pese a las presiones de las pistolas, por la renuncia al uso de la violencia, por la política como única vía y por el registro o creación de partidos políticos legales. Conviene recordar este retraso de más de tres décadas para llegar al mismo punto al que llegó la mayoría, porque si bien es cierto que Sortu nace como consecuencia de una "nueva estrategia" de la izquierda abertzale, la ausencia de autocrítica del pasado puede llevar a este mundo ideológico a creer que ha inventado la pólvora en política. Una falta de autocrítica que llevó ayer al nuevo "presidente" de Sortu, Hasier Arraiz, a asegurar que el "patrimonio político principal" de la izquierda abertzale es su procedencia "del ámbito de la lucha". Hay otros "patrimonios" y otras consecuencias de esa "lucha" que la izquierda aber-tzale debe también no solo asumir, sino reparar porque fue su propia estrategia político-militar la que provocó tanta sangre y dolor. El nacimiento de Sortu, con todo, debe saludarse como un gran paso hacia la normalización política en Euskadi. La izquierda abertzale ya tiene su partido, legal a todos los efectos. La propia composición del Consejo Nacional, donde abundan exdirigentes de la estrategia de los años de plomo, da fe de un cambio de rumbo en la acción política. Otra cosa es, más allá de metáforas de "mares abiertos", su concepción "revolucionaria" de Euskadi y el mundo, su proyecto de "Estado vasco independiente y socialista", más cerca de Chávez que de Europa, del que deberá convencer, solo por vías políticas, a la sociedad vasca.