El fracaso ante el desempleo
Las espeluznantes cifras del paro en el Estado español, también el fuerte crecimiento del mismo en Euskadi, confirman lo inútil de la reforma laboral y lo equivocado de la estrategia económica de recorte y ajuste que solo logra prolongar la recesión
LOS datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al último trimestre del pasado año confirman las previsiones del Eustat de que el Estado español alcanzaría los seis millones de parados para el inicio de 2013 y sirven como dramática constatación del fracaso de la reforma laboral y de las políticas económicas impulsadas por el Gobierno Rajoy frente a la crisis económica. La destrucción de 850.400 empleos en el primer año de aplicación de las nuevas condiciones del mercado laboral, 250.000 más de los previstos por el Ejecutivo español para el pasado ejercicio, el hecho de que la tasa de desempleo haya superado ya niveles desconocidos en el Estado, el 26% -más de uno de cada cuatro trabajadores-, y las espeluznantes cifras de 1,8 millones de hogares con todos sus miembros en paro y casi un millón de jóvenes (930.200 menores de 25 años) sin trabajo no son sino prueba evidente de que el enorme bloque de sacrificios impuestos a la sociedad y la forzada extinción de derechos laborales no han servido para detener, ni siquiera para corregir, la sangría de empleos que ha dejado el número de ocupados en 16,9 millones y ha multiplicado el número de parados de los 1.856.100 de antes del inicio de la crisis (2007) a los 5.965.400 contabilizados en esta última EPA. Euskadi, lejos de ser una excepción, confirma la tendencia. Pese a mantener la tasa de paro más baja de todo el Estado (15,9%) y ser la comunidad que mejor ha soportado hasta el momento los embates de la crisis, la aplicación más extensa e intensa de las medidas de ajuste y recorte coincide con el periodo de mayor crecimiento porcentual del desempleo -más de tres puntos respecto a un año antes- hasta cerrar 2012 con 162.800 parados, con una destrucción de más de cien puestos de trabajo por jornada laboral. La previsión de que la caída del empleo, además, se prolongará aún durante los próximos meses; debería llevar a reconsiderar las políticas socioeconómicas puestas en práctica hasta la fecha -incluso Merkel empieza a hacerlo en cierto modo ante el parón de la economía alemana- o cuando menos a relativizarlas para proceder a una política de inversión transformadora del tejido productivo y, en el caso de Euskadi, de apuesta por dotar de continuidad a la innovación del sector industrial, verdadero tractor vasco del empleo y la economía.