TRAS la elección de Iñigo Urkullu como lehendakari y la de Andoni Ortuzar como presidente de la ejecutiva del Partido Nacionalista Vasco, el nacionalismo democrático institucional vasco recupera su peculiar bicefalia, exponente de su liderazgo institucional, e inicia una nueva etapa en una coyuntura diferente a cuantas la sociedad vasca ha conocido hasta ahora. Los vascos y las vascas nos enfrentamos a una serie de retos que se muestran en la Euskadi de 2013 de una manera diferente a los de otros tiempos. De su adecuada superación dependerá tanto nuestro bienestar personal y desarrollo económico y humano, como el desafío de nuestra convivencia en paz, o el logro de las aspiraciones de mayor autogobierno que los vascos siempre hemos expresado. La presidencia de Ortuzar va a ser examinada internamente por la imagen de unidad que el PNV muestre al exterior, solo posible si el debate interno partidario encuentra cauces y formas de expresión satisfactorios. Externamente se enfrentará al cometido de dar arrope al gobierno de Urkullu, minoritario pero a la vez el único posible en estos tiempos inmediatos al cese de la violencia, en el que las principales expresiones de la sociedad vasca pugnan por encontrar su lugar y mejorar su representación. El PNV, liderado por Ortuzar, deberá continuar su proceso de actualización a los tiempos que vivimos, en esta época en la que el compromiso político, del que el nuevo presidente del EBB hace gala, es vituperado. La consolidación de la paz, la convivencia, la construcción nacional, el derecho de los miembros de la nación vasca a decidir su futuro -sea este cual sea-, su proyección internacional o la cohesión social de nuestro país observan con atención a Ortuzar y a su equipo. Animal político, forjado junto a Urkullu y Egibar, colaborador de Ardanza e Ibarretxe, líder contemporizador, embajador de nuestro país y de nuestra forma de ser, se enfrenta al mayor reto que jamás se hubiera imaginado, con las dotes necesarias para destacar en un momento difícil. El PNV representa hoy más de lo que los miembros de sus órganos internos o todos sus representantes institucionales suman. De la habilidad de Ortuzar y de la actitud de alderdikides dependerá que el PNV mantenga su condición de instrumento para la construcción de la nación vasca.