LA consideración por los partidos de la oposición de que la fecha propuesta por el Gobierno Urkullu -12 de marzo- para la presentación de su proyecto de presupuestos supone una dilación a corregir por la premura que impone la crisis se razona desde una simple lógica opositora que empuja a resaltar las dificultades de un gobierno de mayoría minoritaria. Hasta ahí, PSE, PP, Bildu y UPyD, que ayer coincidieron en el análisis crítico, cumplen con la parte más elemental de su rol político. Sin embargo, dicha actitud carece de la misma responsabilidad que demanda y que todos ellos se atribuyeron públicamente en un primer momento de la ronda de contactos al respecto planteada por el lehendakari Iñigo Urkullu, a quien fueron luego paulatinamente cerrando las puertas de un posible acuerdo de estabilidad presupuestaria e institucional. Cierto, la situación económica recomendaría -quizás- la aprobación temprana de las cuentas de la CAV para 2013, pero tampoco se puede considerar de otra forma la fecha del 12 de marzo. Y a partir de ahí la responsabilidad de acelerar o no los plazos de aprobación de la Ley de Presupuestos corresponden al Parlamento, donde una postura unánime como la mostrada ayer es mayoría. Por otro lado, los antecedentes tampoco permiten afirmar que tener aprobadas las directrices del presupuesto para el 22 de enero y presentar a la Cámara el proyecto ya elaborado el 12 marzo constituya un retraso. Patxi López, quien contaba con mayoría absoluta en virtud de su acuerdo con PP y UPyD, no ejecutó en su primer año alteración alguna del presupuesto que había dejado aprobado el Gobierno Ibarretxe para 2009 pese a tener ocho meses por delante. Por el contrario, sí aprobó en junio de 2010 una ley de modificación de las cuentas de ese año -con solo seis meses en vigor- mediante la explicación de adecuarlas al decreto contra el déficit de Zapatero a pesar de que López conocía, a la hora de elaborar sus presupuestos en diciembre, el plan que el Gobierno español presentó en enero de 2010. Y Mariano Rajoy, quien ganó las elecciones un año y un día exacto antes que Urkullu y contaba con mayoría absoluta, no presentó su proyecto de presupuestos de 2012 hasta el 30 de marzo y este solo fue aprobado por el Congreso el 28 de junio. Gobernar, en cualquier caso, exige siempre diligencia. La misma que se demanda de la oposición.
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