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Editorial: Al rescate del rey

La operación de marketing orquestada en el Estado español para restaurar la deteriorada imagen del rey esconde una justificada preocupación por sus actuaciones, que pueden convertirse en el mayor enemigo de la propia institución

UNO de los acontecimientos políticos más singulares y de los que menos se ha hablado en 2012 ha sido la operación de marketing organizada desde el Gobierno de Rajoy, con la colaboración de diferentes agentes políticos y sociales españoles, para restaurar la imagen del jefe del Estado español, que con tanta intensidad se ha empeñado en dañar su titular durante los últimos tiempos. El último hito en esa campaña de publicidad es la entrevista que el veterano periodista Jesús Hermida realizó anoche al monarca español en TVE, en la que no hubo lugar para referencias a la actualidad y a la que siguieron las opiniones que una treintena de personalidades dieron sobre los 37 años de reinado, con motivo de su 75º cumpleaños. Algunos medios de comunicación han destacado, con motivo de esta efemérides, la crisis de popularidad que la monarquía sufre y la han vinculado tanto al desprestigio coyuntural que afecta a la mayor parte de las instituciones como consecuencia de la crisis económica cuanto, sobre todo, al cúmulo de actuaciones escandalosas en las que se han visto envueltos tanto el monarca como su entorno familiar. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que viene poniendo nota de forma periódica a esa confianza, ha valorado esta con una nota media de 4,89 sobre 10, lejos de los notables que ha venido obteniendo desde que la serie comenzó hace casi veinte años. Serán mayoría las voces que quitarán importancia a este deterioro, pero no hay duda de que alguna preocupación debe de suscitar pues en caso contrario no habría sido necesario orquestar semejante campaña de imagen. Aunque ningún medio de comunicación ni poder de la corte ha llegado a cuestionar la vigencia de la institución, y serán minoría quienes propongan su eliminación, son muchas las voces que exigen a su rey un comportamiento ejemplar y ajustado a los tiempos y a la responsabilidad que le atañen. Más preocupante resulta, en cualquier caso, que ante las graves amenazas que supuestamente acechan al Reino de España haya voces exigiendo que su titular olvide las pocas funciones que la Constitución le encomienda y abandere una cruzada en contra de las iniciativas que deben de amenazar a la unidad de España que el heredero del dictador encarna.