Un discurso con horizontes
Urkullu obvió las discrepancias para incidir en su investidura en los puntos en común que pueden llevar a acuerdos en los tres ejes sobre los que construyó su éxito electoral y que constituyen el compromiso ineludible de su próximo gobierno
LA presentación al Parlamento Vasco por Iñigo Urkullu de su candidatura a lehendakari, que será refrendada hoy en la Cámara, no podía sino incidir en los tres compromisos sobre los que centró la campaña que le dio el nítido triunfo en las elecciones del pasado 21 de octubre. Más cuando la reactivación económica y del empleo, la paz y el nuevo estatus político son los horizontes que la inmensa mayoría de la sociedad vasca vislumbra y exige en esta legislatura. Esos tres compromisos, resumidos en las dos citas que Urkullu empleó en su intervención -"No perded ni un minuto del futuro de Euskadi..." (Nekane Legorburu) y "Dejad que nos gobernemos libremente..." (José A. Aguirre)- se engloban sin embargo en una actitud de apertura, de ofrecimiento y búsqueda de acuerdos que responde, sí, a la aritmética parlamentaria, pero también al talante y la convicción personales de quien dirigirá el próximo Gobierno vasco. Hasta el punto de que el discurso de Urkullu obvió las discrepancias, que evidentemente las hay, para hacer reiteración de los puntos en común hallados durante las conversaciones previas con las distintas fuerzas políticas en aspectos como la situación económica, las políticas sociales, la reforma del sistema tributario... e incluso de mostrarse abierto a la revisión -"actualización, adecuación y reforma"- de la arquitectura institucional del país que con tanto ahínco ha desarrollado y defendido el PNV. No sin haber sentado antes el reconocimiento a quienes lo han hecho durante las nueve legislaturas precedentes e implícitamente criticado la ausencia y actitudes de quienes llegan ahora a la política institucional y a la legitimación de las instituciones vascas tras haber enarbolado la bandera de su cuestionamiento durante tres décadas. No se trataba ayer de concretar -tampoco lo hizo Laura Mintegi en su intervención- más allá del compromiso imprescindible de adelgazamiento de la Administración pública en hasta un 20%; sino de ejercer la responsabilidad que se supone a quien presidirá el Ejecutivo para dejar en barbecho el campo parlamentario y que ese mismo ejercicio responsable se lleve a cabo desde la oposición, haciendo factible que el nuevo tiempo político que todos coinciden en admitir se siembre con la semilla del acuerdo.