EL informe semestral de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dibuja un futuro a corto y medio plazo de absoluta crudeza en lo económico, con una continua caída del Producto Interior Bruto (PIB) hasta 2015, y casi apocalíptico en lo social, con incrementos del paro continuados hasta final del próximo año y cierre de 2014 con más de seis millones de desempleados, que echa por tierra todos y cada uno de los parámetros con que el Gobierno presidido por Mariano Rajoy pretende dibujar un horizonte de limitado optimismo que justifique recortes y ajustes (los ya aplicados y, posiblemente, los todavía por aplicar). Pero, más grave aún, la OCDE confirma que la causa de esos recortes y de esta recesión mantenida, es decir, la obcecación del Ejecutivo español en la reducción del déficit, servirá de nada; ya que según el análisis no sólo se incumplirá el objetivo de este ejercicio sino que el Estado español aún duplicará, con un 5,9%, el límite del 3% al que se ha comprometido el gobierno para el final de 2014. En otras palabras, la traslación del déficit estructural a la capacidad adquisitiva y la calidad de vida del ciudadano tras haber tratado de paliar la crisis de deuda con nuevo endeudamiento -que según la propia OCDE llegarán al 97,6% del PIB en 2014- se traduce en una sangría de destrucción de empleo y, a pesar de esta y de las drásticas reducciones salariales provocadas por una reforma laboral en todo lo demás ineficaz, en la fosilización de la economía real a consecuencia de la absoluta incapacidad para la inversión; pública por los recortes presupuestarios en pos de la citada inalcanzable reducción del déficit, y privada por la total ausencia de financiación -a pesar del esfuerzo realizado en el saneamiento de la banca- y el hundimiento de beneficios que, según el Banco de España, sufren este año la mayor caída de la serie histórica con un -57%, más del doble que en 2011. Todo ello afecta cada vez más y es cada vez más nítido también en Euskadi, donde desde que comenzó la crisis han cerrado casi medio millar de empresas de más de 20 empleados y la actividad industrial ha caído un 8% un año después de que el Gobierno hoy saliente dibujara también un falso horizonte de fin de la crisis similar al pretendido por el Gobierno Rajoy.
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