EL pasado domingo las elecciones en Euskadi reflejaron los nuevos tiempos a los que nos han llevado, por un lado la crisis, sus responsables, sus cómplices, o simplemente quienes no han podido o no han sabido afrontarla con una perspectiva de izquierdas; y por otro el proceso imparable hacia la paz iniciado con la declaración de ETA que el día anterior cumplió su primer aniversario. También aquí con sus protagonistas, sus agentes activos, sus favorecedores.

Todo ello ha influido indudablemente en su resultado, de manera justa en algún caso y profundamente injusta en otros. Batasuna, con su nueva franquicia. EH-Bildu ha recibido el espaldarazo, el apoyo, de una parte importante de la sociedad, que ha reconocido así el esfuerzo realizado durante los últimos dos años en su pulso, afortunadamente ganado en parte, frente a ETA. Ha quedado demostrado con ese apoyo que los que iniciaron la senda elaborada en la iniciativa Bateragune tenían razón, que eliminar el lastre que les suponía la violencia irracional e injusta les deparaba un apoyo que aún desconocemos qué límite va a tener. Solo lamentar que quienes lideraron aquella valiente apuesta, Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga, Miren Zabaleta y otros, hayan visto sus resultados desde la cárcel o alejados de la primera línea social y política.

Aún queda mucho camino que recorrer, pero también cada día está más próxima la paz definitiva. Ahora, si Batasuna es capaz de ganar su último pulso con ETA: cuál es el organigrama que va a funcionar a partir de este momento, si es lo militar quien dirige políticamente al resto de las tres patas, Bildu, LAB y Segi, o si tal y como defienden los ideólogos que diseñaron Bateragune, son ellos los que dirigen y ETA va debajo y lógicamente al perder su papel protagonista solo le quedaría la opción de su desaparición, su extinción.

En esta última batalla es fundamental lo que ocurra con los presos. Por eso, si se confirman los insistentes rumores de que Hollande prepara en Francia un movimiento para llevar a los presos de ETA en ese país a cárceles próximas a los Pirineos -teniendo en cuenta su extensión sería un movimiento que tendrá más de escenificación- esto permitiría una presión asfixiante sobre Rajoy para conseguir la misma medida en nuestro país y por tanto un nuevo activo en el haber de Batasuna.

Solo les quedaría para cerrar el círculo conseguir en ese momento el desarme, aunque solo fuera simbólico de lo poco que aún les queda, y su retirada a los cuarteles de invierno. Así, las próximas elecciones europeas, que hay que recordar tienen un ámbito electoral de colegio único, les presentarían también ante los electores españoles como una fuerza política emergente, exclusivamente política, autora del final de una violencia que todos repudiaban. Un buen resultado, con representación incluida, en ellas más el que parece cada día más probable adelanto de las elecciones en Navarra (aquí parece que el PSN urgido por sus sucesivos descalabros ha cambiado el rumbo), con su lógica y se supone que importante entrada en su parlamento, terminaría por culminar la estrategia diseñada en su día por quienes algunos pensaron eran visionarios, o simples embusteros.

Por otro lado, el descalabro del PP y PSE, injusto porque a veces la ciudadanía no capta el trabajo realizado, los sitúa, especialmente al segundo, en una difícil situación. No parece justo que gentes como Patxi López o Basagoiti que han racionalizado el discurso y la praxis de los partidos denominados constitucionalistas, haya tenido un castigo tan excesivo, tan severo. Pero la crisis y especialmente quienes los ciudadanos consideran responsables de no saber solucionarla: el PP ahora y el PSOE antes, ha pasado su factura. Y, como consecuencia, las bofetadas dirigidas a Rajoy y Zapatero se las han llevado Basagoiti y López. Este último quedando prácticamente desactivado tanto en el ámbito vasco como en el estatal. Si se tenía diseñada alguna operación en torno a su figura, el descalabro sufrido la rompe en mil pedazos. Creo y defiendo que el futuro del PSOE pasa por otros escenarios y por otras personas, algunas también del ámbito de aquí.

Por último, el triunfador: el PNV. No sé si los resultados han sido los esperados o los deseados, pero también en este caso demuestran que la estrategia continuada exitosamente por Iñigo Urkullu les ha llevado a buen puerto. Nuevamente recuperan el mando de la nave y vuelven a Ajuria Enea, en minoría mayoritaria, es cierto, y con poco margen de movimiento ya que la única opción sensata serían los pactos puntuales con PSE, pero el fantástico discurso que su líder realizó la noche electoral hace prever una buena andadura. Urkullu emerge como uno de esos políticos que ahora se necesitan Además de los valores que se le exigen para liderar un partido centenario, se le ve a pie de obra, fusionado con sus ciudadanos y además, algo poco común en los líderes actuales, se le intuye una buena persona.

El pragmatismo, la sensatez, se han impuesto a otras veleidades juveniles que se observan en otros lugares como Catalunya, con poco recorrido político, social, económico e incluso internacional. La prudencia, la sabiduría, de Urkullu contrasta con la insensatez y la irresponsabilidad de Artur Mas y eso indudablemente tendrá sus consecuencias prácticas, no solo porque Euskadi parte de una mejor situación sino porque el rumbo lo tiene mucho más claro. Y las escalas, también.

Después del domingo se abre un nuevo tiempo para Euskadi, un nuevo tiempo que si las cosas siguen por el camino iniciado resulta extremadamente esperanzador. Los ganadores, PNV y Batasuna, están adoptando posturas pragmáticas, sensatas, inteligentes, que favorecen la marcha hacia la paz y hacia la recuperación económica a una mejor velocidad que el resto del Estado. Las bases previas son sólidas y consolidadas y ahora solo hace falta que no se desvíen de esa línea acertada e incluso que la mejoren con acuerdos, con pactos transversales que la enriquezcan. Los discursos de Urkullu y Mintegui apuntan en esa dirección. Por otro lado, sería fundamental que también los derrotados, PSE y PP, asumieran esa realidad y colaboraran cada uno en lo que le toca: el PP no entorpeciendo, incluso evitando crear conflictos que obliguen a Euskadi a integrarse en la deriva de Catalunya; y el PSE, el PSOE en su conjunto, abriendo vías de comunicación y acuerdo por un lado en clave de izquierdas y por otro con el espíritu de Estado que siempre le ha impregnado, favoreciendo los acuerdos con el PNV con generosidad y en clave de ayuda a la ciudadanía vasca.

Nuevos tiempos vienen y vienen presagiando que la tormenta puede haber quedado atrás y un cielo brillante se abre ante Euskadi. Que así sea.