POCAS ideas políticas o instrumentos de autogobierno concitan en la actualidad mayor adhesión en Euskadi que el Concierto Económico Vasco; símbolo único de la foralidad perdida para los Territorios Históricos vascos. Este instrumento de autogobierno financiero, unido a una gestión eficaz, ha mostrado un enorme potencial para garantizar la adecuada financiación de las distintas políticas públicas; además de haberse convertido en un pilar fundamental del desarrollo económico tan espectacular producido en Euskadi a lo largo de estos últimos treinta años.

Sin embargo, ese mismo desarrollo económico se ha visto truncado desde hace cuatro años por una de las peores crisis económicas desde la tristemente célebre gran depresión de los años 30 del siglo pasado. Lo peor es que, unido a esa crisis, nuestro potencial de crecimiento económico se ha visto aminorado por la ineficacia e inacción del Gobierno vasco saliente presidido por Patxi López. Además de mostrarse ineficaz en las políticas de gobierno, el gabinete de López no ha parado de incrementar los niveles de endeudamiento de la Administración vasca; siendo cada vez mayor la cifra total de intereses a pagar por la deuda emitida en los presupuestos anuales (cantidad que se retrae de otras partidas sociales tan necesarias en la actual coyuntura).

Unido a lo anterior, a nadie se le oculta que para dar la mejor respuesta posible a la difícil coyuntura económica se hace más necesario que nunca la profundización de nuestras capacidades de autogobierno en las diferentes áreas y políticas existentes. Me gustaría, brevemente, detallar algunas ideas al respecto que engarzan con la propuesta de nuevo pacto y estatuto político anunciado por EAJ-PNV en el horizonte del año 2015.

En primer lugar, destacar la importancia de la bilateralidad y de los acuerdos paccionados a lo largo de toda nuestra historia entre los territorios forales y el Estado. Esa debe de ser la clave de bóveda sobre la que debe de pivotar la futura profundización de nuestro autogobierno. El reconocimiento al derecho de decisión del Pueblo Vasco y a su vez, la obligación de pactar con el Estado la plasmación legal de esa voluntad popular libremente expresada.

Llegados a ese punto, podremos afirmar que nos encontramos en puertas de reeditar un nuevo pacto foral actualizado a la realidad del siglo XXI, entre los territorios forales y el Estado.

La base legal de ese pacto radica no solo en la voluntad de la sociedad libremente expresada sino también en la propia Constitución española. Esta en su Disposición Adicional Primera, que " ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales" y dice que "la actualización de los mismos, en su caso, se llevará a cabo en el marco de la Constitución y de los estatutos de autonomía". Por otra parte, la propia Constitución deroga las leyes abolitorias de los Fueros de 1839 y 1876, en su disposición derogatoria, en tanto en cuanto pudieran conservar alguna vigencia.

La estructuración de ese nuevo pacto foral se podría producir a través de la aprobación de un nuevo Estatuto de autonomía para Euskadi que plasme en su espíritu esas premisas básicas citadas con anterioridad; es decir, el derecho a decidir y la obligación de pactar. Además, ese nuevo Estatuto debería de contar con amplias garantías bilaterales para ambas partes tanto a la hora de su desarrollo como de la posible interpretación de algunas de sus cláusulas.

Esa sería otra de las claves, la bilateralidad. Las relaciones entre Euskadi y el Estado se dirimirían a través de un cauce bilateral. En este sentido, un buen punto de partida sería el modelo utilizado habitualmente en el propio Concierto Económico Vasco cuando se reúne su comisión bilateral. Ese nuevo Estatuto asumirá para Euskadi amplias áreas competenciales que resultan esenciales para afrontar en mejor posición los desafíos generados por la presente crisis económica mundial.

Una de esas áreas debería de ser la de dotar al propio Concierto Económico de una capacidad normativa total para las haciendas vascas en todos los tributos existentes presentes o futuros. Eso se traduciría en una soberanía fiscal plena para poder decidir en cada momento, el modelo fiscal del que nos dotaríamos como país, en función del horizonte social que deseáramos alcanzar como sociedad. Todo ello por supuesto, con el máximo respeto a las normativas europeas sobre la materia de cada momento.

A pesar de la triste realidad de la crisis actual, este país tiene futuro. Euskadi tiene futuro. A lo largo de la historia, el Pueblo Vasco ha sabido hacer frente a situaciones límites como la actual, que erosiona los niveles de bienestar que hemos alcanzado con el esfuerzo de todos a lo largo de todos estos años. Y a esta crisis también le vamos a hacer frente unidos y sin que ningún ciudadano vasco se quede por el camino. Como dijo Iñigo Urkullu el pasado Alderdi Eguna: "Primum vivere deinde philosophari". Ese tiene que ser nuestro lema, nuestro punto de apoyo, en una coyuntura tan difícil como la actual.