LA pretensión de que la Diputación Foral de Bizkaia aumente la aportación anual que, según el convenio firmado el 26 de diciembre de 2008 con el Gobierno vasco, le corresponde en la financiación de la línea 3 de metro (Etxebarri-Matiko), confirma de manera explícita -en la misma interpelación del Grupo Socialista en Juntas Generales- el gran desfase presupuestario de las obras, ya denunciado en las páginas de DEIA hace más de un año. Pero además constata la insólita gestión del proyecto por parte de la Viceconsejería de Transportes que dirige Ernesto Gasco y a través de ella corrobora los singulares y contraproducentes modos con que ha procedido en este y otros ámbitos el Gobierno López, así como las consecuencias de esa actitud en el presente y futuro inmediato del desarrollo de nuestro país. Un desfase (admitido) de 101 millones en una obra pública presupuestada en 153, es decir, elevando su coste un 65%, hasta los 254 millones; exige en primer lugar y en todo caso aclaraciones convincentes -si caben- a la sociedad que ni el viceconsejero Gasco ni el consejero Arriola han proporcionado. Lo que no es de extrañar cuando en los últimos tres años todas las decisiones sobre la línea 3 se han tomado de forma unilateral desde el Gobierno López y ni siquiera se han comunicado a la Diputación -que ha ido aportando lo correspondiente al 50% que le concierne en lo presupuestado- los cambios sustanciales que alteraban sobremanera el proyecto y que han llevado al sobrecoste actual y a un retraso de ejecución, ya reconocido, de al menos seis meses. Cambios que incluyen desde la decisión de variar el gestor de la línea 3 (de Euskotren a Metro Bilbao) a la automatización de los trenes o, en consecuencia, la construcción de nuevas cocheras. Y que conllevan, junto con el desfase presupuestario y el retraso de su puesta en funcionamiento -que en ambos casos no se descarta que sean mayores de lo ya admitido y que también legan al próximo Gobierno vasco- la limitación del servicio por cuanto impiden la conexión con otras líneas, prevista en el proyecto original a través de una remodelación en la estación del Casco Viejo que los problemas presupuestarios han impedido de momento adjudicar. En definitiva, en línea con la gestión del Gobierno López: más caro, más tarde y de menos provecho para los ciudadanos.