Fondo, tiempo y forma de una disculpa
La generosidad para comprender la relevancia de las palabras de Otegi no impide analizar su retraso, coincidencia electoral, modo condicional del reconocimiento de culpa y que tratan de sustituir al acto de contrición colectivo que Euskadi exige
EL adelanto de las declaraciones de Arnaldo Otegi en una larga entrevista que verá la luz en formato de libro y concretamente la respuesta en la que, en su "condición de portavoz" y "en nombre de todos los portavoces de Batasuna", el encarcelado líder de la izquierda abertzale radical pide "sinceras disculpas" a las familias de las víctimas de ETA "si he añadido un ápice de dolor, sufrimiento o humillación"; hay que interpretarlos desde la generosidad que precisa la instauración definitiva de un nuevo tiempo político en Euskadi y, por tanto, desde una cierta dosis de comprensión del esfuerzo que supone en el global de la izquierda abertzale radical su conversión ética y democrática. Con ese fondo y la vocación colectiva de sus palabras, el "lo siento de corazón" enviado por Otegi supone un nuevo paso en la normalización de las relaciones socio-políticas en nuestro país, un paso en la buena dirección, en la única dirección posible, para hacer constatable el cambio en el paradigma político de quienes hasta hace no tanto ni siquiera se planteaban el drama del "dolor, sufrimiento o humillación" que durante décadas ha generado la violencia y el entorno que la rodeaba. Ahora bien, la generosidad en la comprensión no significa ausencia de análisis de los condicionantes de tiempo y forma que rodean la declaración de Otegi. En primer lugar, amén de que sus palabras llegan con esas décadas de retraso, lo hacen en pleno periodo electoral y posiblemente en virtud de las necesidades de su opción política; lo que contribuye a que se cuestione, si no la verosimilitud sí el alcance de la conversión ética que encierran. En segundo lugar, adolecen de la ausencia del reconocimiento efectivo de culpa, no terminan de admitir como tal -la utilización del condicional "si" lo delata- que efectivamente la izquierda aber-tzale ha añadido en todo este tiempo "dolor, sufrimiento y humillación" no solo a las familias de las víctimas de ETA, sino a toda la sociedad vasca. Y, en tercer lugar, es posiblemente esa carencia la que impide un acto de contrición público y rotundo de la izquierda abertzale, que lógicamente conllevaría la disolución inmediata de ETA, y obliga a que sea Otegi y a través de fórmulas milimetradas quien personalice esa petición de disculpas en lugar de la declaración que Euskadi lleva tiempo exigiendo.