SE preveía desde hace meses un otoño caliente y ya se ha empezado a encender el fuego. Decenas de miles de personas se manifestaron ayer en Madrid en contra de las medidas de recorte adoptadas por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Convocada por los sindicatos españoles y más de 200 asociaciones civiles bajo el lema Quieren arruinar el país. Hay que impedirlo, la movilización -quizá no tan numerosa como cabría esperar pero en cualquier caso importante- pretendía exigir la retirada de los recortes sociales que amenazan el estado de bienestar o bien la convocatoria de un referéndum popular que avale tales medidas. Dos objetivos igual de improbables a estas alturas, pero que pretenden, por una parte, canalizar y exteriorizar el evidente malestar de un amplísimo sector de la población con la gestión que está realizando el Gobierno del PP y, por otra, comprobar el apoyo y la fuerza que tendrían los sindicatos para una eventual convocatoria de huelga general. Lo dejó meridianamente claro ayer el secretario general de CC.OO., Ignacio Fernández Toxo: "La llave de la huelga general la tiene el Gobierno, la tiene el presidente del Gobierno. Dependerá de cómo responda a este clamor popular. A lo mejor es el desenlace inevitable". Visto lo visto, parece que sí, que el colofón inevitable será la convocatoria de una huelga general en el Estado que, hay que recordarlo, en Euskadi tendrá lugar ya dentro de diez días. Y será seguramente inevitable porque el propio clamor ciudadano al que una y otra vez apelan los sindicatos les empuja hacia esa huelga, incapaces como parecen las centrales de liderar y canalizar ese malestar por otras vías a riesgo de que la calle les pase por encima. Y porque el Gobierno español no solo no va a dar marcha atrás sino que prepara y aplicará más reformas, como el propio ministro Luis de Guindos ha prometido al Eurogrupo, que además le exige más y mayores recortes, y como advirtió ayer con el eco de la manifestación de fondo: "Los sacrificios son ineludibles". La advertencia del titular de Economía de que se está agotando el dinero para las pensiones va precisamente en este sentido. El PP está entre la espada y la pared pero su torpe gestión y su brutal recorte de derechos sociales le pasará factura más temprano que tarde.