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Fútbol en tiempos de crisis

Las estrecheces económicas también han alcanzado al llamado deporte rey, que ha desacelerado su inversión a niveles de hace trece años mientras los clubes arrastran deudas millonarias a las que ni saben ni pueden hacer frente

TRAS el paréntesis del verano y solapada por el brillo de los Juegos Olímpicos, la Liga de fútbol ha irrumpido de nuevo en medio de una galopante crisis económica a la que esta vez no va a poder esquivar. A la espera de que se concreten los últimos fichajes, el gasto total de los 20 clubes que forman la Primera División va a ser el más bajo de los últimos trece años, muy por detrás de lo invertido por los campeonatos más fuertes del continente. Todavía hace solo tres años, la Liga invirtió en la contratación de jugadores la friolera de 440 millones de euros. Este año, el gasto ha caído hasta los 83 millones, cinco veces menos. Como no podía ser de otra forma, el fútbol tampoco va a poder escapar a la crisis económica. Y es que las deudas del fútbol profesional arrojan unos números inaceptables en ningún caso, pero especialmente sangrantes en las circunstancias actuales. La deuda con Hacienda ronda los 800 millones de euros y se especula, porque no existen datos oficiales, que los números rojos de los clubes de Primera y Segunda División rondan los 5.000 millones de euros. Instalado en su propia burbuja, el fútbol se lleva corriendo una juerga de años tolerada por los poderes públicos con el fin de rentabilizar políticamente su tirón social y amparada por una afición escasamente crítica que, en ocasiones, deja en manos de gestores de dudosa reputación presupuestos millonarios que se mueven con escaso control y cuyas pérdidas, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, acaban siendo saneadas con cargo al erario público. Si el fútbol quiere seguir de juerga es su problema. La Administración no puede ni debe seguir alimentando un espectáculo incapaz de asumir sus propias responsabilidades. Las apelaciones a los retornos que aporta el fútbol profesional al contexto en el que se asienta es un discurso ya viejo que suena a coartada para no enmendar comportamientos inaceptables en otros órdenes de la sociedad. El Athletic, fiel a su estilo y filosofía también en el aspecto económico, mantiene al menos una gestión adecuada y eficaz. Cuando se apela a la recuperación de los valores perdidos, en el caso del fútbol profesional, la gestión responsable de sus recursos es el principal, sobre todo en tiempos tan duros como los actuales. Al menos si uno pretende erigirse en referente de la sociedad en la que se asienta.