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El desguace del gobierno navarro

Yolanda Barcina ha visto su gabinete desmantelado en una semana por los entresijos palaciegos de ese despropósito del pacto UPN-PSN, fracasado y prueba de que la Comunidad Foral, en situación crítica, exige otra credibilidad y liderazgo

LA presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, Yolanda Barcina (UPN), ha desmantelado en apenas una semana su gobierno -que no ha cumplido un año- con la destitución de sus dos vicepresidentes, Roberto Jiménez y Álvaro Miranda, y la dimisión de dos consejeros socialistas. A estas alturas da igual si Miranda ha sido la cabeza en bandeja para intentar una inútil recomposición del pacto con el PSN o si ha sido el propio vicepresidente quien ha optado por dejar a Barcina ante la evidencia de su soledad sabiendo que la mentira es la clave de este lastimoso ejercicio de gobierno. Con todo, ya ni siquiera son importantes los entresijos palaciegos de este nuevo despropósito político, aunque parece que la nocturnidad se acaba imponiendo en un modelo de ejercicio del poder opaco y sin transparencia alguna. Lo realmente preocupante es que en el peor momento económico, financiero y social de Nafarroa de las últimas décadas -con un empobrecimiento familiar generalizado, un desempleo desbocado y una pérdida progresiva de ingresos fiscales y de calidad y nivel de las prestaciones públicas-, los navarros asisten perplejos a la actuación de un Gobierno que ejerce de atracción de feria, desguazado, sin credibilidad y en permanente estado de crisis. La salida de Miranda era una necesidad a voces desde que (y pese a que) Barcina decidió, al no tener otro remedio, su continuidad en el Gabinete y desde que el PSN puso en evidencia que su discurso sobre la realidad de las cuentas era falso -de su gestión en Obras Públicas y en Economía y Hacienda hablan los diferentes informes de la Cámara de Comptos-, pero ese hecho no supone cambio alguno en la evidencia de que Nafarroa necesita un paso democrático por las urnas. Quizás el resultado electoral no garantice una solución política e institucional clara en principio, pero el Gobierno de Barcina en su realidad actual está agotado y fracasado. Ni siquiera un burdo intento de recuperar el fiasco de la alianza UPN-PSN tendría capacidad de recuperar un mínimo de credibilidad política ante el creciente desasosiego y hartazgo ciudadano fruto de los recortes sociales y laborales. Nafarroa está en una situación crítica y dicha situación exige gobierno y liderazgos con la suficiente capacidad de ilusionar a la sociedad navarra como para afrontar colectivamente los duros tiempos que se avecinan. Y eso no se logra con más de lo mismo.