UNA de las características que complican aún más esta crisis es el exceso de rumores, filtraciones y declaraciones de todo tipo, unas interesadas y otras simplemente torpes que hacen que el torbellino hacia el desastre gire aún más deprisa.
Hasta la fecha, Irlanda, Portugal y Grecia tienen soporte económico de la UE, el FMI y el BCE para refinanciar su deuda, lo que en términos coloquiales se conoce como rescate. Grecia, la economía más pequeña de las tres, ha monopolizado los titulares de prensa y, lo que es peor, alemanes y griegos se han lanzado dardos envenenados a través de los medios en un ejercicio que solo empeora el problema.
Desde hace unas semanas, se han encendido todas las alarmas en relación con la deuda pública española. El indicador de moda (la prima de riesgo) ha desbancado, misteriosamente, al CDS (Credit Default Swap) y cada titular lo catapulta más allá de lo imaginable. Políticos, exgestores, supervisores salientes, analistas y profetas del apocalipsis llevan días hablando y hablando, complicando aún más una situación ya de por sí insostenible. Esto no puede seguir así. Hay muchas cosas por hacer pero que no se han de radiar. Carece de sentido usar los medios de comunicación para tratar de convencer a la otra parte. Y, además, muchas de las declaraciones, evidentemente bienintencionadas, solo sirven para que unos pocos ganen mucho dinero a costa del sufrimiento de todo un país.
Los tan traídos cortos deben prohibirse en la bolsa española durante tiempo indefinido. Nacieron, es cierto, para dar liquidez al sistema pero ahora solo sirven para hundir aún más las cotizaciones. Mucha gente está perdiendo mucho dinero con Bankia -especialmente los 400.000 bankeros que se publicitaron en la OPV- para que unos pocos lo estén ganando, la mayoría hedge funds con sede en paraísos fiscales. La entrada de capital público en Bankia hundirá la acción hasta valores de 0,5 euros o menos (algún analista la posiciona en 0,2 euros). Como las cartas están marcadas, estos tahúres venden hoy acciones que no tienen (ahora pongamos que a 1 euro). Dejan que la acción caiga por su propio peso, acelerada por filtraciones, rumores y declaraciones. Cuando llegue a 0,5 euros comprarán lo que habían vendido previamente sin haber poseído. Esto son "cortos desnudos". Una versión igual de dañina primero alquila acciones o a sus dueños o lo que es aún más perverso, a los bancos que guardan sus acciones. Venden, dejan que caiga la cotización (o influyen para que caiga) y luego compran para devolver las acciones. Una forma perversa, pero legal, de ganar dinero a costa de otros. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo permitir que las empresas españolas pierdan su valor y sean un objetivo fácil para que empresas internacionales las fagociten (cuando España deje de ser un país apestado, claro)?
Sin embargo, los problemas de la Bolsa son importantes, pero no los más importantes. La situación de la renta soberana comienza a ser preocupante. Siendo importante el diferencial con el bono alemán, la famosa prima de riesgo, la clave está en el precio absoluto del bono a 10 años, y este se acerca peligrosamente al 7% mientras que el precio de la deuda a corto también sube con rapidez. La convergencia del corto a largo es una clara muestra de desconfianza (o especulación acelerada).
El tejido nervioso de nuestra economía, el sistema financiero, se encuentra con serios problemas, más de apariencia que de realidad. Es cierto que algunas entidades no estaban bien, pero tras cuatro reformas se ha avanzado mucho. No cabe duda de que hemos sido torpes, pero ya no estamos tan mal. El propio FMI centraba el problema en un 30% del sistema financiero, antes del necesario rescate de Bankia. Para intentar dar credibilidad al sistema se están forzando provisiones que van a hacer necesaria ayuda externa con la cual tendremos bancos muy sólidos, pero nada activos. Aunque nuestros bancos están mejor que la mayoría de los bancos alemanes o franceses, ya nadie nos cree.
Entre todos, hablando, escribiendo, chismorreando, hemos colocado en el centro del huracán a bancos, estructura autonómica y al Estado en su conjunto. Hay que frenar esta sinrazón porque el abismo está muy cerca: la intervención.
Una intervención tiene efectos muy negativos para lo único importante, los ciudadanos. Es verdad que en ese caso se rebajarían los costes de financiación y se eliminarían inversiones y costes sin sentido (como los más de 4.000 millones de euros que hay en el presupuesto de 2012 para seguir construyendo AVEs no rentables y con sentido solo político). Pero si somos rescatados veremos cómo se recortan las pensiones (las actuales, no hablemos de las futuras), se reduce la plantilla de funcionarios, se recortan las prestaciones sociales y por desempleo, se endurece el acceso a las mismas, se recentraliza el Estado autonómico, se ponen en duda los conciertos fiscales? No es un tema de orgullo, es un tema de que nuestros hijos tengan un futuro decente en lugar de penar por las culpas de unos pocos de la generación de sus padres que, eso sí, actuaron bajo la mirada irresponsable de toda la sociedad.
Aunque estamos hartos de ultimátums, ahora es creíble pensar que tenemos por delante semanas decisivas. De manera consciente, o no, el foco está centrado en el sistema financiero y en este van a pasar bastantes cosas. Lo más urgente es encontrar la manera de financiar el anunciado y cuantificado rescate de Bankia. El 11 de junio, las entidades financieras comunicarán cómo darán respuesta a las exigencias del Real Decreto Ley 18/2012 sobre saneamiento y venta de los activos inmobiliarios del sector financiero, lo que puede identificar nuevas necesidades. En la segunda quincena conoceremos un informe del FMI sobre la banca española así como la valoración de las dos consultoras contratadas para dar su opinión. Y en julio las auditoras dirán qué opinan del trabajo que han realizado en los últimos años sus colegas. Total? todo el mundo descuenta un nuevo Real Decreto Ley y más provisiones. La mayoría de los escenarios contemplan un número muy reducido de entidades que no deban recurrir a ayudas para cumplir con el (exceso) de provisiones que se avecinan.
Pero nuevas ayudas públicas para la banca merecen dos reflexiones:
Por un lado, ¿qué límites se impondrán a los bancos con ayudas? Hasta la fecha, usar o no ayudas del FROB, ha tenido poco impacto en el funcionamiento cotidiano de las entidades. Es hora de cortar con esta injusta asimetría de la competencia. Si creemos que es bueno que los bancos no quiebren, eso no quiere decir que una vez rescatados puedan actuar como si nada. Precios, inversiones, publicidad, plantilla, salarios? deben cambiar. El objetivo prioritario de un banco rescatado debe ser sanearse para luego venderse, no la notoriedad ni siquiera el beneficio.
Y, por otro, ¿cómo financiarlo? Esa es la pregunta del millón... o de los 60.000 millones. Habrá que ver cuánto pedimos. El gobierno intenta algo muy difícil, lograr dinero global solo para la banca, lo que nunca se ha probado. Y el camino más sencillo es una intervención del país para lo que las instituciones ofrecen mucho dinero (300.000 millones de euros) mediante una cesión de soberanía a favor de la troika (UE, BCE y FMI). Ojalá no nos colonicen.
Son días muy trascendentes. Hablemos menos y trabajemos más.