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Que no quede ni una duda

Siete meses después de la declaración del "cese definitivo de la actividad armada", ETA debe despejar los interrogantes abiertos por las detenciones de sus militantes en posesión de explosivos de la única manera efectiva posible: su disolución

LA detención el pasado domingo, en la localidad francesa de Cauna, de dos presuntos miembros de ETA, a los que se atribuyen responsabilidades dentro del aparato militar, y que según el Ministerio de Interior español portaban, además de sendas armas de fuego, un kilo de material para fabricar explosivo y dispositivos utilizados en la confección de bombas-lapa; abre una seria preocupación al respecto de las intenciones de la organización terrorista o, al menos, de una parte de la misma en cuanto al "cese definitivo de la actividad armada" anunciado hace ahora siete meses. El hecho de que los dos últimos detenidos circularan con una pistola y un revolver ya desoye las recomendaciones de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) trasladadas al menos en dos ocasiones por los verificadores, la última directamente, a la propia ETA; pero la posesión de material para la fabricación de explosivos ni siquiera se corresponde con la respuesta que la banda ofreció justificando el hecho de portar "armas personales" a las que no recurrirían salvo "en el caso de que su integridad física se viera amenazada", en palabras de uno de los miembros del CIV, Ram Manikkalingam. No se trata, además, de un hecho aislado por cuanto ya se había producido un episodio similar el pasado 15 de enero, cuando también se detuvo en posesión de material para la confección de explosivos a otros tres presuntos miembros de ETA en la estación de Joigny, al sur de París. Ni tampoco son actividades delictivas que las autoridades y los verificadores puedan englobar en el mantenimiento de lo que es una estructura clandestina. Por el contrario, las características de estas detenciones desdicen la rotundidad de la afirmación del consejero de Interior, Rodolfo Ares -"todo confirma que ETA ha abandonado su actividad terrorista"- y dan argumentos a quienes ponen en cuestión el carácter irreversible del cese de la violencia y la verdadera voluntad de ETA lo que, como mínimo, perjudica la credibilidad y los ritmos del proceso precisamente cuando los miembros del Grupo Internacional de Contacto vuelven a visitar Euskadi. Ya siete meses después de su declaración de "cese definitivo de la actividad armada" corresponde exclusivamente a ETA evitarlo de la única manera en la que despejaría todos los interrogantes: con el anuncio de su disolución.