Fiscalidad, el debate viciado
Más allá de la cuestionable oportunidad o necesidad de reformas fiscales, la discusión que plantea el Gobierno López adolece de una relevante deficiencia de origen, el motivo que lo impulsa, y de un error de planteamiento, el ámbito en que se presenta
EL debate sobre la fiscalidad que el Gobierno presidido por Patxi López y su partido, el PSE, plantearon primero públicamente en los medios de comunicación y ayer llevaron al Parlamento Vasco -más allá de la cuestionable oportunidad o necesidad de la reforma sobre la que trata- adolece de una relevante deficiencia de origen, el motivo que lo impulsa, y de un error de planteamiento, el ámbito en que se presenta, que vician cualquier presunta virtualidad del mismo. El PSE no cuestiona el sistema fiscal vasco a raíz de haber detectado en él debilidades sino como consecuencia del desfase en el balance del Gobierno López tras una gestión nefasta que ha multiplicado la deuda pública, incrementado exponencialmente el déficit presupuestario y, en definitiva, la carga financiera, reduciendo así no solo la disponibilidad del actual ejecutivo sino, muy probablemente, la de quienes le sucedan. Consecuentemente, al radicar el problema que pretende enfrentar el Gobierno en su propia gestión y no en supuestas fragilidades del sistema fiscal, difícilmente pueden los socialistas plantear correcciones eficientes al mismo, menos cuando el debate se plantea sin margen de tiempo suficiente para que no se convierta en materia electoral. Pero, además, si la discusión se lleva a los medios o al Parlamento cuando la competencia radica en el ámbito foral en virtud del Título III del Estatuto de Gernika en su artículo 41.2.b ("La exacción, gestión, liquidación, recaudación e inspección de todos los impuestos... se efectuará dentro de cada Territorio Histórico, por las respectivas Diputaciones") o en su caso en el Órgano de Coordinación Tributaria; se antoja que el objetivo del mismo es otro. Y no sería ilógico deducir que el fin es precisamente la repercusión electoral cuando el cuestionamiento de la fiscalidad se impulsa precisamente ahora, con unas elecciones en ciernes, y pese a que en su día el PSE apoyó en Juntas Generales las normas forales que rigen los principales tributos del sistema fiscal vasco. Tampoco cuando se constata el intento de cargar sobre las espaldas forales el peso de presuntas grietas del sistema, como volvió a hacer ayer el propio consejero Carlos Aguirre, al tiempo que se elude la responsabilidad en hechos fraudulentos probados de miembros muy relevantes del Partido Socialista.