ESTE pasado lunes me despertaba con la pesadilla griega. No era la imagen de la Grecia clásica, sino la de un país sumido en las más graves dificultades económicas. Un país que parece adentrarse en el abismo sin que se atisbe la capacidad de encontrar un camino de regreso a tierra firme. La cuna de la filosofía, la democracia, el arte y el teatro atenazada por la incertidumbre, la crisis y la depresión. Una sociedad dividida y con dificultades para aunar esfuerzos, para salir adelante y proponerse superar la intervención económica exterior.

En nuestro entorno más cercano la realidad cotidiana es también frustrante, persisten tanto la desorientación como el desacuerdo. La macroeconomía nos golpea a diario con datos que nos llenan de inquietud, sigue cayendo la Bolsa y sigue subiendo la prima de riesgo, ambos indicadores alcanzan mínimos y máximos históricos sin visos de recuperación. En Euskadi crece el paro y volvemos a encontrarnos en recesión económica. Pasan los meses y seguimos desorientados porque no creíamos que volveríamos a vivir semejante crisis tras haber sido capaces de superar la sufrida en los años 80.

Desde hace ya demasiados meses estamos viviendo una sensación de permanente caída, agravada por la percepción de que no tocamos fondo. Lo que este viernes nos ha podido parecer grave es más que probable que el lunes acabemos viéndolo como leve. Vivimos momentos en que la economía acapara todas las miradas, todos los temores y toda la atención. Y es precisamente en este contexto en el que me atrevo a proponer una mirada a la cultura. El declive económico es cierto, pero también lo es que en paralelo asistimos a un momento de una vitalidad cultural auténtica, que merece un elogio en estos tiempos de prima de riesgo y exigencias al límite de los mercados.

Me propongo hablar de la cultura del día a día porque aprecio que la participación y la expresión cultural tratan de resistir el embate permanente de la grave crisis económica. No voy a hablar en términos pomposos, no voy a hacer referencia a promesas vacías de contenido ni a conceptos abstractos sin sentido. No me voy a ocupar del Gobierno vasco y su pretencioso y rimbombante Año de las culturas por la paz y la libertad, tan largo en su denominación como breve en sus actividades: se trata de un año que en realidad acumula más ruedas de prensa que iniciativas culturales. Tampoco voy a ser yo quien recuerde el ya olvidado CCC, el Contrato Ciudadano por las Culturas del que nadie supo, ni sabe, ni sabrá nada. No quiero detenerme en este gobierno sin palabra, que nos inundó con sus sonoras promesas de aprobación de las Leyes de Acceso a la Cultura, de Juventud o de Mecenazgo, de las que ni siquiera los redactores del calendario legislativo serían capaces de dar cuenta hoy.

Me quiero centrar en la cultura de verdad, en la experiencia cultural cotidiana porque, como dice Dietrich Schwanitz, "para lograr una relación viva con la cultura hay que dejar de lado toda solemnidad, toda grandilocuencia y toda vaguedad conceptual". Lo cierto es que en la realidad del día a día en nuestro territorio de Bizkaia la cultura sigue viva y activa; se palpa y se constata el interés y la participación de la sociedad en la vida cultural, se aprecia un compromiso cotidiano del que encontramos pruebas a diario. Los ciudadanos y las ciudadanas mantienen una viva relación con la cultura.

A las pruebas vividas me remito. En el arranque de esta misma semana, junto a los preocupantes datos económicos confirmándonos formalmente la recesión, llegaba a Guggenheim Bilbao Museoa el color del artista David Hockney, quien nos inundará durante los próximos meses con sus paisajes a la luz del sol. El museo se llenó el lunes para acoger y dar la bienvenida al autor de esta ráfaga de aire, color y optimismo.

También esta misma semana en que la prima de riesgo ha superado por primera vez los 500 puntos básicos, en la Sala Ondare hemos iniciado el ciclo de conferencias Emakume Abertzale Batza, hitza eta bizi-tza. Una iniciativa que tiene como fin traer hasta nuestros días y recuperar la memoria de la militancia política de estas pioneras nacionalistas de aquella Euskadi de hace 90 años. Ha comenzado siendo un tema de atención académica, pero visto y palpado el interés en su primera puesta en escena, constatamos que se trata de una cuestión de actualidad y amplio interés social.

Ayer, viernes, nos sumamos a la celebración del Día Internacional de los Museos, con una serie de iniciativas organizadas por BizkaiKOA. Todos los museos del territorio han vuelto a abrir sus puertas de par en par, organizando una variedad de actuaciones culturales y cursando una invitación que vuelven a dejar patente su compromiso con la cultura del día a día. Como muestra, la organización de la Noche de los Museos en el Euskal Herria de Gernika; la proyección de la película El séptimo sello de Ingmar Bergman en el Arkeologia Museoa; las actuaciones musicales en el Guggenheim y en el Museo Marítimo de Bilbao; la feria de la repostería en el Diocesano; la presentación de un trabajo de investigación en el Museo de Boinas La Encartada o la construcción del horno Haizeola en El Pobal. Ejemplos de dinamismo y actividad dignos de elogio en estos momentos de penurias presupuestarias.

Damos el salto de los museos al deporte, porque mañana, domingo, celebraremos las fases finales del programa de Deporte Escolar en Bizkaia. Una iniciativa en la que durante este curso 2011-2012 han tomado parte más de 46.000 jóvenes, practicantes y participantes del espíritu del corpore sano. La Diputación Foral ha contado para ello con la colaboración de 620 entidades deportivas, volcadas en la organización de una iniciativa que pone en juego todos los valores de la práctica deportiva.

El colofón deportivo de la semana lo íbamos a tener mañana, domingo, en el Frontón Bizkaia, con un mano a mano entre Irujo y Xala, que ha debido ser aplazado por una inoportuna gripe de Yves. Un partido que en cualquier caso volverá dentro de pocos días a llenar nuestro frontón con la presencia de 3.000 aficionados y aficionadas.

En coincidencia con estas fechas, hemos arrancado también el plan Udal Gaztedi para la promoción de las políticas integrales de juventud en el territorio de Bizkaia. Puede sonar algo pomposo, pero es tan sencillo como que todas las instituciones y entidades concernidas trabajaremos con y para la juventud de Bizkaia de manera coordinada. Nos hemos unido para responder con mayor eficacia a las necesidades de los y las jóvenes en el ámbito de la cultura, el deporte y el ocio; además de atender a sus demandas en el campo del empleo, la vivienda o la formación.

Museos abiertos, música, deporte en la calle, atención a los jóvenes y un espacio también para la danza, porque Ugao-Miraballes reúne mañana, domingo, a 4.000 dan-tzaris que acuden con familiares y amigos a la convocatoria de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra. Una extraordinaria muestra de la vitalidad de los grupos de danza del territorio, comprometidos con la transmisión intergeneracional de nuestra cultura.

Finalizo el intenso recorrido de estos siete días con el euskara, porque esta semana en la Diputación Foral de Bizkaia hemos renovado el convenio de colaboración con Euskaltzaindia y hemos acordado un encuentro con los organizadores de Ibilaldia en Trapagaran. Este año han decidido trasladar la fiesta del euskara al primer domingo de junio, conjurándose para que el tradicional último domingo de mayo pueda acabar dedicándose a la fiesta del fútbol y el Athletic a bordo de la gabarra.

Es innegable que las semanas que vivimos están marcadas por la depresión económica, es verdad que la crisis centra la preocupación de los ciudadanos, es incontestable porque las consecuencias de la recesión y el paro están alcanzando y afectando a todas las familias. Todo ello es cierto aquí y en Grecia. Pero precisamente por ello considero justo y necesario subrayar la realidad de la práctica y la expresión cultural en el día a día en Bizkaia. Esta es también una realidad innegable, que interpreto como un claro síntoma de la vitalidad del conjunto de nuestra sociedad.

Es cierto que la prima de riesgo nos preocupa y nos condiciona, pero también lo es que no ha logrado atenazar ni paralizar, de hecho, a nuestra sociedad. Considero que esta óptica es también imprescindible a la hora de analizar e interpretar la actualidad sociocultural. Nadie tiene duda de que la recuperación económica, el crecimiento y la creación de empleo son las prioridades que todos compartimos. Ahora bien, mi cercanía con la cultura cotidiana me permite apreciar un espíritu que nos habla de una sociedad cohesionada y activa, que mantiene una relación viva con la cultura.

Si hay cultura, hay vida y hay esperanza incluso en estos tiempos que vivimos, marcados por la prima de riesgo.