EL PSOE, pese a haber transcurrido más de un mes, no acaba de asumir su estrepitosa derrota electoral y, entre tanto, el PP les aprieta las bisagras en un intento de lograr un frente común contra el nacionalismo vasco en general y Bildu en particular, a los que continúan acusando de ser brazo de ETA.
Madrid, pues, continúa "vendiendo" desestabilidad vasca a sus correligionarios españoles. Sin embargo, desde Euskadi, se envían destellos a la capital del Reino de lo que supone convivencia normalizada. Uno de ellos se produjo el día de San Juan y yo me quedo con ese significativo detalle. El alcalde de Donostia (Bildu) y la Corporación plena, entrelazaron con sus manos todas las siglas políticas en la soka dantza bailada alrededor del árbol de San Juan, detalle que supone toda una muestra de normalidad democrática.
Pero Madrid no quiso enterarse y los sucursalistas en Euskadi silenciaron el dato. Al centralismo español, encasillado en el ayer, no le interesa mover un ápice su posición, porque el parachoques de lo vasco difumina casos de corrupción política, enriquecimiento raudo de gentes mientras muchos se hunden en la miseria; casos como el de Doña Ana, señora de Lasarte-Oria y representante vasca allende los mares, o el actual caos en departamentos del desgobierno vasco.
Al PSE, además, no le duelen prendas al arrogarse para sí las transferencias que el Grupo Vasco en el Congreso negoció y logró para Euskadi. Al presidente López, en torpe ejercicio, le faltó tiempo para atribuirse la gestión. "Sorgiñak eta lapurrak erre, erre", dice el conjuro de San Juan. Pero, al parecer, a Madrid y sucursales les trae al pairo la "normalidad democrática" y prefieren aquello de "a río revuelto"...
Y a Bildu le llega la hora de la verdad, del trabajo serio, sin ambages ni demagogias. Clic de mi cámara. Esperemos que el paréntesis del verano sirva para que todos, unos más que otros, naturalmente, reflexionemos y volvamos en septiembre con ideas claras y el horizonte despejado. Ongi pasa uda.