AL filo del ecuador de la legislatura, el gobierno que preside Patxi López ha extendido por prácticamente todos sus departamentos un nivel general de desasosiego que, junto a episodios concretos rayanos con la anomalía, traslada a la sociedad una preocupante imagen de incapacidad para la gestión. De manera especial en tiempos que, aunque se pretenda lo contrario, siguen siendo de zozobra económica y reclaman no ya el celo que la res pública exige siempre a sus administradores sino un escrúpulo exacerbado en todos y cada uno de los ámbitos de gobierno con el fin de cuando menos proyectar una imagen de eficacia a una sociedad inquieta. Es comprobable, sin embargo, que en estos veintiún meses largos el Ejecutivo socialista ha recorrido precisamente el recorrido contrario en departamentos tan diversos como los de Educación, Cultura, Sanidad, Transportes, Asuntos Sociales... Y la Consejería de Interior que dirige Rodolfo Ares no es precisamente la excepción que confirma la regla sino el reflejo exacto de la tendencia generalizada en un gobierno del que el consejero de Interior es además coordinador general. A la inestabilidad producida por los nombramientos fallidos y los constantes cambios en el organigrama del Departamento, así como por ciertas alteraciones relevantes en la estructura, el equipo de Ares ha añadido una conflictividad interna desconocida hasta la fecha en la Ertzaintza. Prueba evidentes es la protesta realizada ayer por prácticamente todos los sindicatos con representación en la Policía Vasca -Erne, Esan, Sipe, CC.OO. y Euspel- y la muy posible convocatoria de una manifestación el próximo 15 de marzo en Bilbao ante lo que consideran "incumplimientos reiterados" del Departamento y que sería la primera a la que se convoca a los agentes de la Ertzaintza desde 1998. Ares, aunque inútilmente, puede tratar de escudarse en la instrumentalización sindical de las condiciones laborales, pero solo logrará aumentar la incomodidad de la absoluta mayoría de los casi ocho mil agentes porque esas diferencias laborales únicamente son sumados a una situación que comprende las críticas y denuncias planteadas por todos los sindicatos, desde ELA a Erne, ante causas tan diversas como el Plan de Modernización, el "enchufismo", la nueva Relación de Puestos de Trabajo, el adelanto electoral decretado unilateralmente, las acusaciones gratuitas de absentismo en el cuerpo, las quejas por irregularidades en los exámenes para la vigesimosegunda promoción, las horas extraordinarias y la carencia de plantilla, el Día de la Ertzaintza, las modificaciones en los uniformes... Obviar que una problemática tan amplia solo puede deberse a un enorme y generalizado problema de gestión y eludir la responsabilidad ante la misma solo puede contribuir a enquistar el malestar y a aumentar la desconfianza e inseguridad sociales.
- Multimedia
- Servicios
- Participación