LA escasísima audiencia (41.000 espectadores) que siguió el discurso de fin de año de Patxi López en ETB pudo comprobar de primera mano cómo se desarrollaba un ejercicio de contenido vacío, vacuo, alejado de la realidad y de la ciudadanía. En su alocución, López afirmó que, desde el punto de vista económico, Euskadi se encuentra en una situación "mejor que hace un año". Para argumentar su aseveración le bastó una referencia inconcreta a que "tenemos menos paro que la media europea" y "la mitad" que la media del Estado. Un discurso que va en la línea de lo que ya lo anunció a primeros de septiembre su consejero de Economía, Carlos Aguirre, quien se aventuró a afirmar que Euskadi ya ha salido de la crisis. Pero la realidad siempre es terca y los datos contantes y sonantes no aportan precisamente argumentos para el optimismo. La cruda realidad es que el pasado mes de diciembre el paro registrado en la CAV ha seguido aumentando. En concreto, ha habido 2.910 desempleados más respecto al mes anterior, según los datos hechos públicos ayer por el Ministerio español de Trabajo. Esto supone que durante el recientemente terminado 2010 el paro registrado en Euskadi ha crecido en 7.760 personas, es decir, hay un 6,05% más parados que un año antes. 7.760 dramas más, con nombre y apellidos, que en el improbable caso de haber seguido el discurso de López hubieran dado un respingo. Y más aún al comprobar que los datos reales reflejan que el tradicional saldo positivo en la diferencia comparativa de Euskadi con el Estado se ha reducido de forma notable. En efecto, el 2010 ha dejado en la CAV un 6,05% más de parados, mientras que, por contra, en el Estado ha crecido menos, un 4,5%, con un buen comportamiento en diciembre por primera vez en muchos años. Un dato nada desdeñable, como indicador de que la gestión de la crisis económica que está realizando el gabinete de Patxi López está dejando mucho que desear. No es ya el fútil y casi insultante intento del propio Gobierno vasco de atribuir el aumento del paro en diciembre a la regulación de la situación de las personas beneficiarias de la renta de garantía de ingresos (RGI), obligadas a inscribirse como demandantes de empleo. Lo peor es que la ciudadanía está cada vez más preocupada no solo por el paro en sí o por la situación económica en general, sino por la a todas luces ineficaz gestión que López y su gobierno están llevando a cabo. Sin olvidar la tambaleante política de su correligionario José Luis Rodríguez Zapatero, que ha visto cómo el paro supera ya los 4,1 millones de personas sin que sus contestadas medidas contenidas en la reforma laboral hayan dado el fruto que se les presuponía. Todo ello configura un panorama más que preocupante donde la desconfianza en nuestros gobernantes corre paralela a unos datos que solo invitan al pesimismo.