EN los carnavales de muchos pueblos vascos existen personajes pintorescos que encarnan y simbolizan todos los males que han aquejado al pueblo a lo largo del año. Bajo distintos nombres -Zanpantzar, Miel Otxin y, ya en Araba, Toribio, el Porretero, Don Felipe, la Vieja o Marquitos-, el martes de Carnaval, tras ser paseado por el pueblo y juzgado, el muñeco contra el que todos se ceban es sentenciado a muerte y ajusticiado.
También en el Parlamento Vasco, cualquiera diría que estamos siempre de carnaval. Sobre todo, en la Comisión de Sanidad. Los portavoces del Grupo Socialista en materia sanitaria, y el propio consejero del ramo, han encontrado su Marquitos particular en el Gobierno anterior. El lehendakari Ibarretxe y el consejero Inclán parecen encarnar todos los males del mundo y acumulan la culpa de todos los problemas de la Sanidad vasca, convirtiéndose en un inmenso toldo bajo el que los actuales gestores de Osakidetza se ponen a resguardo ante la avalancha de críticas por sus meteduras de pata, improvisación, inconsistencia, desgobierno y falta de liderazgo.
Sea cual sea el tema que se aborde, el problema que se plantee o quien haga la propuesta, todos los debates relacionados con la Sanidad tienen su momento carnavalero, más o menos intenso. El Gobierno anterior es reiteradamente exhibido, juzgado y condenado aunque, es cierto, nos evitan la quema pública. Y esto último es de agradecer, máxime por alguien que, como yo, se opone de forma drástica a la pena capital.
El caso es que, pasado año y medio desde que esta legislatura echara a andar, resulta pueril y patético recurrir permanentemente a este tipo de triquiñuelas para evitar asumir los propios errores, que los ha habido y de bulto. El prometido y luego reducido mapa de recursos sanitarios, la tan publicitada como devaluada Agencia de Efectividad Comparada, los incentivos a directores de Osakidetza, un Consejo del Buen Gobierno del que nadie sabe nada, los contratos de Osatek a empresas relacionadas con altos cargos del departamento? Suma y sigue.
¿Que faltan pediatras? Claro, durante años y años, los ministerios de Sanidad y Educación no han sido capaces de prever y aumentar las plazas MIR, de forma que pudieran formarse más especialistas en esta materia, tan necesarios y tan escasos. De todas formas, aunque los hubiera, Bengoa no los habría contratado. De los diecinueve pediatras que terminaron el MIR en mayo pasado, el Departamento de Sanidad sólo ha ofertado contratos eventuales a nueve; y sustituciones, a otros dos. Mientras, el consejero vaticina tensiones y no propone nada. Basta con echar la culpa al anterior Gobierno vasco, el habitual chivo expiatorio.
En estos meses, si algo ha caracterizado al consejero Bengoa y a su equipo ha sido la falta de concreción y la escasa transparencia y comunicación con los distintos agentes: profesionales, usuarios, Comisión de Sanidad. La mesa sectorial sólo se ha reunido tres veces en diecisiete meses. Decisiones importantísimas, como la reordenación hospitalaria en Gasteiz o la reorganización de la atención primaria en fin de semana, se han tomado por la brava, en un ejercicio del verticalismo más chusco. La estrategia de atención a crónicos es una continua campaña de marketing que todavía no termina de cuajar. Las listas de espera, que constituyen un estupendo termómetro para medir el día a día de la gestión de Osakidetza, están bastante peor que hace un año, y el Gobierno López, en un soberbio ejercicio de autocomplacencia, se ha limitado a decir que nuestro grupo ha manipulado los datos (que son los mismos manejados por otros grupos y extraídos de Osanet, portal oficial); que van a hacer un plan (que es tanto como reconocer que las cosas van mal) y que los datos que van a dar no van a gustar al PNV. Marquitos otra vez.
Desde el PNV, lo que entendemos es que Bengoa y su equipo se han limitado a dilapidar la herencia que dejó el Gobierno Ibarretxe: los mejores datos de listas de espera de todo el Estado. Claro, en su momento, ya dijeron que para ellos las listas de espera no eran prioritarias.
Quemar a Marquitos o a Miel Otxin, una y otra vez, no soluciona los problemas, que siguen pendientes en una bola de nieve que crece y crece sin parar. Antes, los socialistas decían que los profesionales de Osakidetza eran los mejores y arremetían contra el equipo de Inclán. Ahora, dicen que su Gobierno lo hace todo bien, y arremeten contra los trabajadores cuando osan protestar.
Entre tanto, el Partido Popular, a pesar del pacto que mantiene con el Grupo Socialista, semana tras semana, se desmarca del Ejecutivo en materia sanitaria. Aunque, a veces, parece olvidar que el Gobierno ha cambiado y sigue, como en legislaturas anteriores, haciendo oposición al tripartito.
Mientras, Bengoa y su equipo siguen ausentes de la realidad. Sus comparecencias en el Parlamento y sus abundantes entrevistas de encargo en medios afines al Gobierno no informan ni aclaran ni tranquilizan. Los publirreportajes, cada vez más numerosos, con inauguraciones y puesta en marcha de brillantes equipos (que fueron planificados y trabajados por gestores anteriores) no consiguen ocultar la tozuda realidad. Los responsables de Osakidetza saben que la sociedad está preocupada, que muchos profesionales se sienten molestos, y han diseñado una campaña de publicidad permanente que indica que, además de estar en Carnaval, estamos de precampaña.
El año que viene, la Cuaresma, esas siete semanas en las que todo son viernes, va a coincidir de pleno con la precampaña electoral. Será interesante comprobar cómo se solapa la larga precampaña con el carnaval perpetuo en que viven los socialistas, tanto en el Gobierno como en el Parlamento. En vez de dar cuentas de sus actos o de su inacción, arreciarán sus críticas contra quien ya no está en el Gobierno y que, por tanto, no puede defenderse y no tiene responsabilidad de la gestión actual. Se incrementarán también las entrevistas y los publirreportajes para ocultar la inconsistencia y la imposición y, a pesar de la Cuaresma, los fastos se multiplicarán. Al tiempo. Ya lo veremos.